Por: Ignacio Juárez Galindo / @ignacio_angel
Foto: Ángel Flores /Agencia Es Imagen
El coro marcó el inicio de la nueva etapa. "Tony, Tony".
Miles de voces y manos al unísono.
La nueva etapa inició.
Tony es el hombre, el centro y la base del nuevo poder en Puebla.
Él lo sabe y lo deja muy claro en su discurso de toma de protesta en el Auditorio Metropolitano
Sabe que la política es un juego de poder y de grupo, por eso en su evento, en su día, tiene cabida su amigo. Por eso aplaude cuando los mismos que lo ovacionaron antes, ahora gritan firmes: "Rafa presidente".
Pero hay un nuevo giro.
Un nuevo aire sopla fuerte en Puebla. Por eso José Antonio Gali no duda en pronunciar las palabras necesarias como el agua para la sed: inclusión y conciliación.
Por eso asegura tajante que sus 22 meses serán el margen para consolidar la transición democrática en Puebla.
Tony es el hombre. Lo sabe, por eso se deja ser y no teme mostrarse tal cual en su acto protocolario.
Por eso se desborda su emoción cuando pide el respaldo y frente común para apoyar a Enrique Peña Nieto ante la amenaza, ante el maremoto llamado Donald Trump.
Por eso sus palabras llevan el anuncio de obras, obras, obras y más obras en todo el estado. No escatima lugares. Lo mismo está considerada la unidad habitacional Manuel Rivera Anaya que la Sierra Negra o la Mixteca.
Un eje atraviesa todo. Más allá de la s obras, más allá de los anuncios, incluso más allá del juego de poder al que estuvimos acostumbrados en el pasado. La frase retumba en el Auditorio Metropolitano: Puebla es la casa donde cabemos todos y la dupla de palabras aparece nuevamente como la marca del estigma de Tony Gali: inclusión y conciliación. Conciliación e inclusión
Tony lo sabe.
El centro del poder poblano tiene nuevo jefe.
Y la gente lo sabe y lo reafirma en el grito: "Tony, Tony, Tony", que termina por desvanecerse y dejar un grato sabor de boca.
