Bitácora

Por Pascal Beltrán del Río

El 11 de marzo de 1917 se celebraron las primeras elecciones luego de la promulgación de la Constitución ese mismo año.

Convocados por Venustiano Carranza, jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, los comicios de aquel domingo definieron quién sería el Presidente de la República para los siguientes tres años, y quiénes, los diputados y senadores de la XXVII Legislatura.

En su discurso para abrir las sesiones del Congreso, en Donceles, el 15 de abril de 1917, Carranza encomió el proceso efectuado el mes anterior, “siendo de notarse el entusiasmo con que los ciudadanos ejercitaron el derecho y el deber del voto, demostrando de esta manera el pueblo sus aptitudes democráticas”.

De esa manera se inauguró una etapa democrática del país que ha durado un siglo.

Con todos los altibajos que ha sufrido la democracia mexicana —con su cuota de magnicidios, represión política y conflictos armados internos— debe reconocerse que no ha dejado de haber elecciones en este país, cosa de la que no pueden presumir muchas naciones en dicho periodo.

Aquella Legislatura arrancó en abril de 1917 con un cúmulo de responsabilidades. Entre otras cosas, se encargó de aprobar las primeras leyes reglamentarias de la Constitución y nombrar a los ministros de la Suprema Corte.

Las crónicas parlamentarias de aquellos días dan cuenta de un trabajo frenético de los legisladores.

Los 232 diputados —de los cuales 84 habían sido constituyentes— celebraron 205 sesiones entre abril y diciembre de 1917; es decir, se reunieron casi todos los días hábiles durante esos nueve meses.

Al finalizar el año, habían aprobado 59 leyes, además de otras siete que quedaron pendientes de ser aprobadas por el Senado y cuatro más, en espera de ser promulgadas por Carranza, quien tomó posesión como Presidente de la República el 1 de mayo luego de ganar las elecciones (La participación política de los diputados durante la XXVII Legislatura, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1993).

A la XXVII Legislatura se deben las leyes sobre el Municipio Libre, el Distrito Federal, las secretarías de Estado, el Ministerio Público, la suspensión de garantías y la Universidad Nacional, entre otras.

En la primavera de 1918, aprobaría, luego de 27 sesiones, una nueva ley electoral, promulgada el 1 de julio del mismo año y que serviría para elegir a los integrantes de la XXVIII Legislatura.

El 80% de aquellos diputados tuvo sus orígenes políticos en la lucha contra la reelección de Porfirio Díaz en 1910 y/o contra el huertismo.

Personajes como Francisco J. MúgicaEmilio Portes GilHeriberto JaraJosé María SiurobFroylán ManjarrezBasilio VadilloFilomeno MataLuis Sánchez PontónHilario MedinaLuis CabreraEduardo Hay y Alfonso Cravioto destacaron por su participación en la legislatura.

Los diputados se integraron en dos bandos claramente diferenciados: una mayoría de oposición, que ocupó las curules a la izquierda del hemiciclo y mostraba una clara inclinación obregonista —en la que destacaron Sánchez PontónVadillo y Hay—, y una minoría oficialista, sentada a la derecha y coordinada por Cabrera, quien, al terminar la XXVII Legislatura, sería el último de los ministros de Hacienda del gobierno de Carranza.

Fuertemente independiente del Ejecutivo, en esos años el Congreso de la Unión se mostró contrario de los deseos e intereses de Carranza y fue uno de los factores decisivos para que declinara el poder de éste.

Nacido una semana después de esas históricas elecciones —y las primeras, insisto, de una racha ininterrumpida que ya llega a un siglo—, Excélsior ha sido testigo del debate político en las Cámaras, lo mismo que de la sumisión del Congreso a los dictados del Ejecutivo y hasta del enfrentamiento entre esos dos Poderes.

El Congreso de la Unión y este periódico tienen una historia común, que refrendarán este jueves, cuando nos reunamos en San Lázaro para recordar los 100 años de que saliera el primer número de Excélsior. Una exposición de imágenes tomadas por fotógrafos de esta casa editorial permitirá hacer un recorrido visual por un siglo de vida parlamentaria.

El periodismo ha sido vital para el entendimiento de la política por parte de los ciudadanos y, en muchas ocasiones, un espejo en la que los políticos han podido ver reflejado lo que son.

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