Esfera Pública 

Por Elías Aguilar García

Los mexicanos compartimos una cultura machista. Esa es una verdad probada en la conducta cotidiana en la mayoría de los grupos y las familias: los hombres aún tienen mejores condiciones de vida en comparación con las mujeres. En el ámbito político, con el impulso de las cuotas de género y la lucha de las militantes partidistas hasta la elección del 2018 alrededor del 50% de las candidaturas serán ocupadas por mujeres.

En el ámbito electoral, es decir, el modo en que los mexicano elegimos a nuestros representantes a través del voto, las mujeres están más informada que los hombres. Cuando realizamos estudios cualitativos de medición o analizamos los resultados de instrumentos aplicados a pie de casilla, ellas han sido quienes inclinan la balanza para definir al ganador de la elección popular. Así como se lee: el sentido del voto femenino define al triunfador; dicho de otro modo: el candidato o partido que logra captar el apoyo femenino resulta victorioso. Si no lo creen, pregúntenle a Enrique Peña Nieto, quien gracias al voto femenino logró la presidencia de la República en 2012.

En sesiones de grupo se identifican rasgos que caracterizan al voto femenino en nuestro país: están más informadas que sus pares masculinos. Ellas saben la trayectoria de los distintos candidatos, sus puntos fuertes y débiles, así como los temas que están en la agenda de medios, y las necesidades que deberán ser atendidas por los distintos candidatos. Este perfil de electora informada tiene lugar especialmente entre las amas de casa, quienes enfrentan la dura tarea de hacer rendir el presupuesto para atender las necesidades de sus familias, administración que las hace conocedoras de la realidad económica y social de la mayoría de los mexicanos y mucho más sensibles a los temas que afectan el bolsillo.

Además de estar más informadas, ellas manifiestan una lógica de voto más racional y basada en la conveniencia que cada candidato ofrece para las familias. Cuando deciden por quién votar, lo hacen por el candidato que creen que conviene más para la estabilidad económica de sus hogares; ellas son pragmáticas. Esta lógica se presenta principalmente en las amas de casa, el segmento que aún es mayoritario en la lista nominal de nuestro país.

Hacia la contienda presidencial de 2018, en este momento las mujeres favorecen con su voto a los candidatos del PAN. El PRI, en cambio, ha perdido presencia entre las mujeres, quienes le han retirado su apoyo, molestas por el incremento del precio de la gasolina y el aumento de la inseguridad en todo el país.

Por su parte, el voto masculino apoya más al proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Aunque ha ganado simpatía entre las electoras, López Obrador es aún un producto más atractivo para el hombre votante en México. La figura principal de Morena ha fallado al hacer un propuesta más concreta en términos de la economía de los hogares, pues el discurso anticorrupción como solución a los problemas del país resulta para las amas de casa demasiado general, sin una base concreta que apele a la lógica pragmática que caracteriza al voto femenino. Tal vez  este miércoles, día internacional de la mujer, sirva a los aspirantes a la Presidencia de la República de incentivo para construir una propuesta concreta que le capte la simpatía práctica de las mujeres de este país.

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