Por Elías Aguilar García / @Elyas_Aguilar
El voto en cascada, es decir, que la elección federal funcione como una fuerza que determine los votos de otras elecciones que se den al mismo tiempo, no es una probabilidad; es una certeza que va a ocurrir en Puebla.
Revisemos los resultados de las últimas tres elecciones para presidente de la República en el estado y detengámonos a ver el voto poblano en la más reciente.
En 2000, la primera vez que el PRI perdió la Presidencia de la República, Vicente Fox del PAN-PVEM se impuso con 732 mil 435 votos contra los 698 mil 974 de Francisco Labastida del PRI. En aquella elección, los candidatos a senadores del PRI ganaron con 703 mil 154 votos, sólo 11 mil más que sus competidores del PAN. En la elección de diputados federales, en el mismo tenor, los candidatos del PRI obtuvieron 714 mil 662 votos y los del PAN-PVEM 677 mil 519 votos, tan sólo 37 mil votos menos que la primera fuerza electoral en la elección de diputados federales. Fue tal el número de votos logrados, que los candidatos del PAN se sorprendieron, pues sólo habían hecho campaña en fin de semana, mientras que entre semana se dedicaron a sus actividades profesionales.
Es importante destacar que en el año 2000 la presencia del PAN en el estado se daba principalmente en las zonas urbanas como la ciudad de Puebla, Tehuacán, Atlixco y San Martín. Y que en la elección federal de 1997 habían sido borrados del mapa electoral del estado, cuando el PRI ganó los 16 distritos federales de la entidad.

En la elección de 2006, el voto en cascada fue aún más claro. La elección presidencial generó una inercia de votos a favor de los candidatos al Senado y diputaciones federales del mismo partido del candidato a presidente que resultó triunfador. Felipe Calderón del PAN ganó en el estado con 743 mil 831 votos; seguido por Andrés Manuel López Obrador del PRD-Convergencia-PT con 639 mil 659 votos. Los candidatos a senadores del PAN ganaron con 711 mil 485 votos sobre los del PRI que registraron 617 mil 769 votos. Y los candidatos a diputados del PAN lograron 693 mil 594 votos, imponiéndose a los del PRI que registraron 566 mil 468 votos.
La votación de 2006 demostró también que el territorio electoral de Puebla en sentido estricto no es propiedad de un partido en particular, pues la entidad nunca se ha caracterizado por la presencia electoral del PRD.

En la elección de 2012, paradójicamente, la votación de presidente de la república la ganó el abanderado del PRD-PT-MC, Andrés Manuel López Obrador, con 859 mil 110 votos; sólo 4 mil 744 sufragios por encima de Enrique Peña Nieto, candidato del PRI-PVEM, que sumó 854 mil 382. Los candidatos a senador del PRI-PVEM sumaron 866 mil 244 votos, mientras que los del PAN, 700 mil 309. En el caso de los diputados, los del PRI-PVEM registraron 824 mil 595 votos contra los 693 mil 489 del PAN.
Hay que destacar que en el caso de Puebla, el PRD como fuerza electoral no ha figurado de manera relevante, excepto en las elecciones presidenciales, donde la figura del candidato importa mucho. En este caso, López Obrador logra una gran conexión con el votante poblano, que pese a no simpatizar en general con el ideario de los partidos de izquierda, vota por su candidato, en una especie de neo-caudillismo, donde importa más el quién que el qué propone.
La elección de 2018 presenta algunas interrogantes: ¿qué tanto el elector poblano votará de manera diferenciada. La pregunta es pertinente si tomamos en cuenta que la historia electoral señala que vota más bien en cascada y el próximo año se emparejará la elección presidencial y la de gobernador en el estado de Puebla.
Y el PAN, ¿está preparado para conservar la gubernatura del estado frente a un voto en cascada a favor de los candidatos de la fuerza partidista que represente a Andrés Manuel López Obrador en la elección del 2018? Dicho de otro modo: ¿tiene fuerza suficiente para reunir más de un millón de votos? Porque repetir sus números de la más reciente elección no basta esta vez para asegurar el triunfo.
