Por Guadalupe Juárez  

Es complicado detectar casos específicos de menores de edad que son empleados como halcones del crimen organizado, indicó el titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Víctor Carrancá Bourget.

El fiscal General explicó que para identificar cuando una persona se dedica al halconeo –actividad dedicada a vigilar y avisar sobre las personas que entran o salen de un lugar, así como la llegada de policías a determinada zona– necesitan de pruebas contundentes para comprobar que se dedican a ello.

“Es una actividad muy difícil de acreditar sin una intervención telefónica o sin los datos que nos permita consignar ese tipo de actividades”, declaró al asegurar que no hay denuncias sobre menores de edad dedicados a ser halcones para los grupos dedicados al robo de combustible, a pesar de lo revelado por el gobernador José Antonio Gali Fayad.

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Víctor Carrancá, titular de la Fiscalía General. / ARCHIVO
Víctor Carrancá, titular de la Fiscalía General. / ARCHIVO

De acuerdo con el mandatario estatal, los grupos criminales comenzaron a reclutar a niños para que les sirvieran de halcones en las comunidades donde se presenta el robo de combustible a cambio de un pago mensual de 12 mil pesos, con lo cual varios de ellos prefieren abandonar la escuela y dedicarse de tiempo completo al empleo ofrecido por los grupos criminales.

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Una de las acciones para contrarrestar la colusión de los pobladores, sobre todo de los menores de edad, con los chupaductos –como se le conoce a las personas que extraen el combustible de los ductos de manera ilegal– es la realización de caravanas de salud y de pláticas de personal de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Además –anunció el Ejecutivo estatal– se ofertaría el programa de Empleo Temporal para evitar que más miembros de estas familias decidieran trabajar para el crimen organizado, aunque hasta la fecha no se sabe cuántas plazas ofrecen ni el sueldo que recibirán a cambio de ello.

Esta casa editorial documentó el año pasado en varias investigaciones que en Palmar de Bravo los jóvenes preferían convertirse en chupaductos o huachicoleros –como también son conocidos– y ya no acudir a la escuela, puesto que estos grupos les ofrecían más dinero que lo que podían ganar en las empresas avícolas de la zona y el campo, actividad económica principal de este municipio de la entidad.

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