Aunque las batallas contra la perforación clandestina de ductos de Pemex se pelea entre chupaductos y elementos de seguridad, se pierde la guerra al momento de trasladar el delito al marco jurídico pues los detenidos, en su mayoría, consiguen su liberación mediante fianza

Por: Mario Galeana

Tierra, sangre, armas... y tribunales. La guerra contra las bandas delictivas dedicadas al robo de hidrocarburos se ha extendido entre los campos y pastizales de los 27 municipios donde se han registrado tomas clandestinas, pero también ante los juzgados.

Marinos, soldados, policías federales, municipales y locales han escenificado refriegas casi a diario en el cinturón de robo de combustible del estado, pero la mayoría de las batallas se han perdido ante los tribunales.

La falta de un marco jurídico que defina de principio a fin el delito de robo de hidrocarburo, sobre todo por no ser considerado un delito grave, y la ausencia de pruebas para integrar correctamente los casos penales ha dejado libres a cientos de chupaductos que, incluso, han llegado a infiltrarse a las corporaciones policiacas.

Marco Antonio Estrada López y Tomás Méndez Lozano, por ejemplo, fueron líderes policiacos en Puebla. El primero era director de la Policía Estatal y el segundo era líder del Grupo de Operaciones Especiales (Goes), hasta julio de 2015, cuando el Ejército logró su aprehensión por presuntamente mantener vínculos con chupaductos.

Sin embargo, los ex jefes policiacos fueron consignados de manera inmediata sólo por el delito de robo de vehículo, que fue denunciado por la Fiscalía General del Estado (FGE). Dos días más tarde, la Procuraduría General de la República (PGR) inició acusaciones por delincuencia organizada y robo de hidrocarburos.

Sólo esta acusación de orden federal los mantiene en cárcel, pues su defensa legal ha conseguido amparos por el delito de robo de vehículo con el que se consiguió su encarcelamiento inmediato.

No han sido los únicos señalados por extracción ilegal de hidrocarburos cuya liberación ha estado en pie.

De hecho, una solicitud de información reveló que entre 2012 y 2016, al menos  221 personas fueron detenidas por el delito de robo de hidrocarburos.

Hasta entonces, sólo 17 permanecían en la cárcel y 204 habían logrado su liberación.

La cifra es escandalosa, pero los hechos son más bien prácticos: amparos, conmutación de pena, falta de elementos para procesarlos, sentencias absolutorias, libertad provisional y sustitución de la pena, entre otras, fueron las causas por las cuales los señalados libraron la cárcel, aun cuando en algunos casos se les encontró también armas, dinero, chalecos antibalas y hasta juegos de esposas, según el diario El Popular.2

Entre los liberados se encuentran, como ejemplo, ocho sujetos de Amozoc, uno de ellos se hacía pasar como policía auxiliar, quienes, supuestamente, desarmaron y secuestraron momentáneamente a policías estatales que realizaban un operativo de robo de combustible en la junta auxiliar de Chachapa.

Los ocho no eran acusados por el delito de robo de hidrocarburos, sino por privación ilegal de la libertad, lesiones dolosas y robo agravado. Por falta de pruebas, los señalados fueron liberados.

Recientemente, el 10 de febrero pasado, Chachapa fue escenario nuevamente de la aprehensión de un par de uniformados cooptados por las bandas de chupaductos.

Dos elementos de seguridad de Puebla fueron detenidos en aquella junta auxiliar por proteger a un grupo de huachicoleros, pero su aprehensión no se realizó por el delito federal de robo de hidrocarburo, sino por delitos en contra de la administración de la justicia y servidores públicos, encubrimiento, asociación delictuosa y ataques peligrosos.

Las victorias

No todas las refriegas han sido derrotas para las fuerzas policiacas en el estado, pues a través de operativos de inteligencia y, en ocasiones, tras largas balaceras, se ha logrado la detención de líderes de la estructura de extracción, trasiego, distribución y venta de gasolina robada.

En mayo de 2016, la Policía Estatal detuvo a Javier “R”, apodado como El Príncipe de Huachicol, con armas de fuego, bidones con hidrocarburo robado y vehículos con reporte de robo, en Acatzingo.

En su momento, Jesús Rodríguez Almeida, ex secretario de Seguridad Pública, dijo que el criminal era conocido por su modo “violento de operación”, y trascendidos indicaban que presumiblemente formaba parte de una célula criminal con nexos en el estado de Jalisco.

A mediados de junio del año pasado, un líder huachicolero identificado como Alejandro “F”, alias El Monstruo, fue detenido por la Policía Estatal en Acajete, junto con 30 mil litros de combustible robado y un par de camionetas.

El Monstruo fue encontrado en un predio donde había también 30 cisternas que reunían, en conjunto, alrededor de 30 mil litros de combustible.

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