Padre, madre e hija murieron en un intento de asalto antes de llegar al destino turístico donde el guía presuntamente  fue amarrado; se presume que podría ser cómplice de los homicidas

 

Por Osvaldo Valencia

Viajaron cientos de kilómetros sin imaginar que su último aliento acabaría en las puertas de la Cueva del Diablo, en la región de Cuetzalan, al norte de Puebla.

Era, sobre todo, una oquedad de tinieblas repleta de leyendas. La más conocida es aquella que dice que, quien viole la cueva, perderá el alma al instante.

No fueron las leyendas, sino seres de carne y hueso quienes arrebataron el aliento a una familia (padre, madre e hija) que, según versiones periodísticas, había viajado desde la Ciudad de México hasta Cuetzalan, sólo para disfrutar las vacaciones.

Era una odisea de 294 kilometros, cuatro horas y media de viaje desde la capital del país, hasta el nororiente del intrincado suelo poblano. Un escape de la cotidianidad de la ciudad que los viajeros, entre quienes supuestamente se encuentra una mujer de 56 años, decidieron emprender el 14 de abril pasado: un Viernes Santo.

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La tragedia los alcanzó cuando un grupo de hombres los interceptó en las afueras de la cueva y amarraron al guía turístico, un muchacho de 25 años oriundo de aquel municipio con calles zigzagueantes y empedradas, que se convertiría en el único sobreviviente y testigo de los hechos.

Para la familia las cosas fueron rotundamente opuestas. Según versiones, los tres familiares poseen las huellas del impacto del tiro de gracia e incluso en algunos medios ha circulado la versión de que posiblemente fueron torturados.

Hasta ahora, la Fiscalía General del Estado (FGE) no ha dado a conocer su identidad, en pos de no entorpecer las indagatorias.

La investigación de la dependencia indica que el asesinato tuvo origen en un intento de asalto y, ante la opinión pública, se ha señalado al joven guía como uno de los vinculados con los homicidas que arrebataron la vida a la familia.

Pero, a decir de algunos pobladores de la zona consultados por 24 Horas Puebla, el suceso se originó por un posible intento de secuestro en el que, la gente sostiene, el guía es tan víctima como la familia asesinada.

Los hechos mantienen desconcertados a los pobladores de Cuetzalan y, con la noticia, los escoldos de viejos sucesos acontecidos en la Cueva del Diablo han salido nuevamente a la luz, pues se asegura que en la zona ya se había cometido un par de robos más en meses anteriores, sin que ello hubiera traído consigo mayor vigilancia.

Las leyendas de la cueva son tan fúnebres como el nombre con la que la han bautizado, aunque para los habitantes del municipio serrano es, en realidad, una cuestión meramente comercial.

La cueva es conocida como El Gran Tlalocan, nombre que hace referencia al descanso eterno en algunas culturas prehispánicas.

Su única relación con “el diablo”, relatan, es con una pintura rupestre que alberga el lugar: “Chivostoc” una figura de chivo que es interpretada en diferentes culturas con esa entidad.

En su interior hay muestras de una especie de altar en donde el humo de velas tapizó las rocas del lugar, alimentando los rumores de la presencia del diablo y, con ello, incentivando el turismo.

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