Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio
En una parte de la comentocracia se ha puesto de moda decir que las advertencias que se lanzan en México sobre el riesgo que representa el populismo son producto de visiones exageradas.
Sin embargo, dos mentes que se han distinguido por su serenidad y la responsabilidad en sus comentarios públicos hicieron ayer observaciones sobre el tema. Vale la pena tomar nota de ellas.
Me refiero a Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, y Enrique Graue, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El primero estuvo en el Senado, donde compareció ante la Comisión de Hacienda y Crédito Público, que preside el priista José Yunes.
Al final de la reunión, el titular de Banxico aceptó tres preguntas de los periodistas.
“¿La economía y las finanzas de México están preparadas para un proyecto de gobierno que busca crear más programas que algunas teorías políticas consideran populistas?”, preguntó Leticia Robles de la Rosa, reportera de Excélsior.
Carstens respondió: “El país va a enfrentar presiones fiscales hacia adelante, de manera inexorable. ¿Por qué? Porque hay ciertos componentes de gasto que van a ir creciendo y que son ineludibles: las pensiones, el gasto en salud, las necesidades de seguridad y de educación (...)
“Entonces, la realidad es que mantener finanzas públicas sanas va a ser un trabajo ineludible para cualquier gobierno hacia adelante; entonces, ciertamente es un punto que se va a tener que tener en cuenta. Es decir, México no es un país que tenga mucho espacio para expansiones fiscales, simplemente porque tenemos una base tributaria baja y eso no da mucho lugar para aumentos desproporcionados en el gasto”.
Carstens no pudo ser más claro. Plantear en este momento la creación de programas que impliquen un mayor gasto no es viable porque el país no tiene margen para un mayor gasto público.
Como comenté en este espacio ayer, hemos venido escuchando en los últimos días a candidatos en campaña que prometen regalar dinero público.
Hice la cuenta, por ejemplo, de lo que podría costar el “salario rosa” propuesto por el aspirante del PRI a la gubernatura del Estado de México y las “becas” para jóvenes “comisionados” que ofrece Andrés Manuel López Obrador.
Teniendo en cuenta que habría cerca de dos millones de amas de casa en el Edomex y 38 millones de jóvenes a nivel nacional, el primer programa costaría 24 mil millones de pesos (10% del presupuesto estatal) y el segundo, dos billones de pesos (casi la mitad del presupuesto federal).
A esa misma hora habló el rector Graue en la inauguración de un coloquio sobre el centenario de la fundación de Excélsior.
Al final de su discurso, afirmó: “En una época en la que el periodismo se ve amenazado por la banalidad de la posverdad, es pertinente aprovechar la ocasión para reafirmar la importancia de la libertad de prensa comprometida con la verdad verdadera, la que requiere valor, seriedad y compromiso.
“Porque cuando los vientos del populismo soplan sobre las democracias con verdades maniqueas y los autócratas se erigen como defensores de las necesidades de una nación, culpando a propios y extraños de sus carencias, el periodismo serio nos debe ayudar a reflexionar, a recapacitar que las decisiones no se lleven a cabo en plazas o asambleas y a fortalecer y apuntalar nuestras instituciones, el Estado de derecho y la división de poderes.
“Porque el populismo no está reconociendo latitudes. Es cierto para los países europeos y latinoamericanos –el caso reciente de Venezuela–, o con las actitudes irascibles o plutocráticas del presidente de Estados Unidos”.
Son advertencias sobre cómo pueden irse por la borda los avances en la macroeconomía y la libertad de expresión si el próximo gobierno replica las medidas populistas que hemos visto en otros países.
BUSCAPIÉS
En agosto de 1999 entrevisté a Giovanni Sartori. La política mexicana entraba en la era de los spots. El politólogo, fallecido el lunes pasado, advirtió que permitir esos anuncios era una mala decisión para la democracia mexicana. “Varios países los prohíben y es por una buena razón. Si un candidato se puede vender como si fuera una pasta de dientes, quiere decir que no hay cultura y que la política se ha reducido a la publicidad, lo que yo encuentro equivocado e indigno”.
