Bitácora

Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio

El Partido del Trabajo (PT) fue creado durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari como un intento de dividir a la izquierda, que entonces representaba de forma hegemónica el PRD.

Durante sus más de 26 años de vida, el partido regenteado por Alberto Anaya se ha prestado a muchas maniobras electorales, poniéndose al servicio de distintos personajes y partidos.

En tiempos recientes se dejó usar por Andrés Manuel López Obrador, pero cuando éste formó su propio partido, el PT quedó a la deriva y perdió el registro en las elecciones federales de 2015, al quedar por debajo del umbral mínimo de votación.

Un plan aparentemente urdido por el oficialismo le devolvió la vida. Se le permitió participar en la elección extraordinaria de un distrito legislativo en Aguascalientes y allí, mágicamente, logró los votos que le faltaban para conservar el reconocimiento como partido (con todo y jugosas prerrogativas).

Priistas aguascalentenses me contaron entonces cómo diversos grupos adheridos al tricolor fueron instruidos para votar por el PT.

En la elección ordinaria, que se anuló, el PT había obtenido tres mil 149 votos. Sin embargo, en la extraordinaria su votación fue de nueve mil 769, más del triple de sufragios.

Uno pensaría que con eso el PT quedó eternamente en deuda con el PRI. Sin embargo, al observar lo que está sucediendo en Nayarit y en el Senado, parece que el partido Frankenstein se ha rebelado contra su creador.

En Nayarit, el PT decidió apoyar a la coalición opositora formada también por PAN, PRD y PRS para respaldar al panista Antonio Echevarría.

Mientras tanto, en el Senado el PT acaba de hacerse del tercer mayor grupo parlamentario en esa Cámara, con la deserción de nueve legisladores perredistas y experredistas.

Eso sólo pasa en México: un partido que estuvo a punto de desaparecer, ahora tiene la tercera mayor bancada en el Senado y exige las posiciones correspondientes en el gobierno de esa Cámara, en lugar de mostrar un poco de vergüenza.

Ya el sexenio pasado, el PT había sido depositario de curules del PRD para que pudiera formar su fracción (y recibir el dinero correspondiente), pues no le alcanzaba con los senadores que tenía.

Igual que Frankenstein, un monstruo hecho de retazos humanos, la fracción que encabeza el senador Manuel Bartlett es un amasijo de afinidades partidistas.

Los hay petistas como el propio Bartlett, Marco Antonio Blázquez, David Monreal y Martha Palafox. Pero también hay militantes de Morena, como Manuel Merino y Layda Sansores; perredistas, como Luz María Beristain, Fidel Demédicis y Lorena Cuéllar, y exmiembros de ese partido, como Luis Miguel Barbosa.

¿A qué amo sirve el PT? Dudosamente a su creador, el PRI. Quizá a López Obrador y a Alberto Anaya, pues entre ellos dos se reparten el dinero que toca a la fracción petista.

Como le digo, sólo en México.

 

Buscapiés

La eurodiputada Estefanía Torres solicitó la congelación de las relaciones comerciales entre la Unión Europea y México ante el “grave deterioro” de los derechos humanos en el país. Vaya bipolaridad del populista partido Podemos, que acaba de vetar una declaración del Congreso español contra las violaciones a las garantías individuales en Venezuela –donde hay una dictadura que las pisotea–, quizá por su vergonzosa relación con el chavismo.

Mañana terminará la historia asesina de ETA, cuando la organización terrorista vasca entregue a la Comisión Internacional de Verificación las coordenadas de los sitios donde tiene escondidas sus armas, entre ellas 2.5 toneladas de explosivos. Sólo dolor logró sembrar ETA durante medio siglo de atentados, en los que mató a más de 800 personas. Completamente desarticulada por la acción de la policía, hace seis años decretó un alto al fuego.

Como bien dijo Jorge Fernández Menéndez en su columna de ayer, Donald Trump ha recibido un baño de realidad. Las medidas que anunció en campaña no han podido materializarse por la acción de los poderes Legislativo y Judicial, así como de la sociedad organizada. La muestra más reciente de que un Presidente de EU no puede hacer lo que quiere es haber removido a su asesor Steve Bannon del Consejo de Seguridad Nacional.

Esta Bitácora regresará el lunes 24 de abril.

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