De los 200 millones de usuarios de Twitter, un pequeño porcentaje son escritores y utilizan el medio para compartir productos textuales, micro relatos, poemas, palíndromos, haikús y colaboraciones
Carta de Boston
Por Pedro Ángel Palou / @pedropalou
Las limitaciones de la forma como Twitter, que obliga a sus usuarios a la brevería o la greguería de 140 caracteres, han empezado a producir lo que algunos de sus usuarios llaman ya twitt-literatura. ¿Podemos evaluar críticamente lo producido en la blogósfera? Las entradas de los diareros electrónicos, los bloggers, van del diario íntimo a la citación perpetua de otras páginas, en una auto referencialidad que muchas veces termina siendo cifrada, como si se escribiera para los compañeros de un taller literario virtual lleno de guiños privados. Es claro, sin embargo, que algunas redes sociales, particularmente Facebook, tienen otro propósito y que la actualización del estado no da para la producción literaria, aunque su interfase con Twitter puede producir gratas sorpresas.
Así, de los 200 millones de usuarios de Twitter, 89% son adultos mayores de 35 años, y un pequeño porcentaje de estos son escritores y utilizan el medio no para publicitarse, o para relacionarse con amigos sino para compartir productos textuales, micro relatos, poemas, palíndromos, haikús y algunos de ellos para producir textos colaborativos, especies de cadáveres exquisitos cuyos resultados experimentales son inciertos al inicio de la aventura textual o hipertextual. Ben Okri, por ejemplo, produjo su I sing a new freedom, enteramente en Twitter bajo la idea de que la forma debe seguir a la adversidad y de que estos, los nuestros, son tiempos inciertos. Okri y otros parten de un diagnóstico: la nuestra es una época frenética cuyo signo espiritual no es el angst vital sino la ansiedad del prozac. La brevedad es la respuesta a tal estado de cosas, el fragmento, la ruina lingüística que quería Benjamin.
Sin embargo, quienes mejor han teorizado sobre la narrativa de los nuevos medios son los estudiosos de los juegos de video. Pienso en Noah Wardip-Fruin y en Pat Harrigan quienes iniciaron en First Person: New Media as Story, Performance, and Game un ejercicio de conceptualización de las nuevas realidades narrativas que emergieron y se han ido desarrollando con el quiebre del mundo analógico y nuestra a este mundo tecnologizado, digital, en el que un poco todos somos ciborgs.
Un caso interesante es el de Juan Andrés Muñoz, un editor de noticias de CNI en Atlanta que invitó a producir una historia con un tuit inicial: “Se despertó sobresaltado, sudoroso entre un hojaldre de sábanas. Extendió la mano y a tientas se encontró el frasco con su pastilla”. En cuestión de minutos se fue escribiendo una novela colectiva de 214 tuits.
¿Existe un nuevo estado de la cultura, el digital, o nos estamos encontrando con un nuevo medio para los antiguos productos, como si sólo cambiase el formato? Como ya apuntaba Roger Chartier, los autores no escriben libros, escriben textos que se convierten en productos/formato, de libro. Esta pregunta no es ociosa. Una cuenta de tuit, por ejemplo, que hasta ahora no ha censurado María Kodama, convierte en aforismo toda la obra de Borges, produciendo lecturas muy distintas y aunque cada tiempo su autor insiste en que hay que leer al “Borges de papel”, la mayoría de sus lectores se quedan en el tuit mismo e incluso opinan: “Excelente cuenta la de @Borgesjorgeluis, llena de filosofía y lucidez”. Se trata de un nuevo tipo de recepción similar a la generación que escuchó boleros por primera vez de la voz de Luis Miguel y sigue pensando que son suyos o escritos para él y los llama: “los boleros de Luis Miguel”.
El blog, abreviatura para weblog, se cuece aparte y tiene su propio pedigrí literario ya que desde finales de los años 90 fue objeto de experimentación colectiva e hipertextual, cuando Robert Coover produjo su Hypertext Hotel, en el cual los lectores también escribieron la novela cuyo inicio él depositó en la red. Y es que el término hipertexto, propuesto por Nelson implica una escritura no secuencial, aunque ahora se usa más limitadamente.
En el caso de la literatura mexicana ha sido Cristina Rivera Garza quien más ha incursionado en experimentos de literatura conceptual usando las redes sociales y el blog. De hecho, su proyecto más ambicioso de este tipo se llamó Blogsívela, y en él quiso utilizar ciertas libertades de construcción y forma que le daba el uso de la bitácora electrónica. Su blog, quizá el más frecuentado de entre los iberoamericanos, No hay tal lugar, establece ese utopos textual como su territorio de escritura conceptual. No sustituye –no lo ha hecho hasta ahora en el caso de ningún autor consagrado– la publicación de libros, o al libro impreso como el producto textual central de su literatura, pero hay que reconocer que Rivera Garza establece su bitácora como un vórtice textual y gestual importante. Cuando escribía colectivamente su Blogsívela estaba a la vez en ciernes su performance Mujeres con bigotes, experimento visual transgenérico y ambos proyectos se nutrieron mutuamente, como lo han hecho algunos trabajos conceptuales de Mario Bellatín, especialmente cuando en el Instituto de México en París un grupo de escritores interpretó a otro escritor, sin parecerse en lo más mínimo o disfrazarse como él/ella. Cristina dice que le “intrigaba en ese momento, así lo quiero creer, la demo
cracia irreverente de la blogósfera –el hecho de escribir a la par y junto con hombres y mujeres para quienes la escritura no era una profesión ni un oficio sino un gusto, un ejercicio, acaso un reto, algo encontrado al azar en el ciberespacio. Me tentaba el anticapitalismo mordaz de la blogescritura–”.
Hay una estética en Rivera Garza, lo mismo en sus libros impresos como en su uso de la escritura electrónica que ella misma ha bautizado de la muerte del yo en una entrada de su blog:
LOS LUTOS DEL YO
Todo escrito personal –el diario, la bitácora, la autobiografía– no es más que un prolongado luto por esa versión del yo que, una vez escrita, yace sin vida dentro del alfabeto.
La confesión que se quiere íntima y viva (viva en su propia intimidad) deja de serlo en el momento que toca el lenguaje, el más social de nuestros lugares de encuentro: de ahí el duelo.
El yo escrito es un réquiem.
Mi blogspot es, en realidad, mi funeral.
--crg# posted by crg @ 7:47 AM
Y ese funeral del autor es el que ella pondera en sus ejercicios conceptuales. Como ella misma dice en otro momento de ese seminal blog: Más que “objeto” de lectura o de interpretación, estos productos artísticos contemporáneos pasaron a ser, así, objeto de deseo o de apropiación. Insisto: es muy pronto para saber si el formato produce en realidad una nueva forma. Pero no deja de ser interesante discutirlo. Más en próximas entradas de 24 Horas Puebla.
