Encrucijada

Por Luis Antonio Godina

En 1990 la historia electoral de México cambió. En ese año, el Constituyente Permanente reformó la Constitución, expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) y creó el Instituto Federal Electoral (IFE), a fin de contar con una institución imparcial que otorgara certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales.

Así comenzó la historia de las instituciones electorales que, hasta hoy, se han construido un sólido prestigio y son referentes a nivel mundial.

Debemos recordar que, en 1994, en la LVI Legislatura –de la que formé parte– hubo una nueva reforma electoral que creó la figura de los consejeros ciudadanos y apuntaba a la ciudadanización del órgano electoral.

Apenas el miércoles, en sesión extraordinaria del Consejo General del hoy Instituto Nacional Electoral (INE), el consejero presidente  Lorenzo Córdova Vianello tomó protesta a las consejeras y el consejero electoral designados por la Cámara de Diputados, Dania Paola Ravel Cuevas, Beatriz Claudia Zavala Pérez y Jaime Rivera Velázquez.

Con eso el órgano electoral está –una vez más– completo para garantizarnos a los ciudadanos certeza en sus trabajos.

Lo que hoy tenemos como país es un bien tangible, un logro construido con esfuerzo y talento que permitió a México tener una transición democrática con estabilidad.

Muchos pudieran pensar que fue fácil o que como las instituciones electorales ahí están podemos denostarlas, atacarlas, minimizarlas.

Hace no muchos años los conflictos electorales se dirimían en las calles con violencia, con negociaciones por encima de la ley, con acuerdos entre cúpulas que violentaban la voluntad ciudadana.

Hace no muchos años los partidos y sus candidatos se enfrentaban a caciques, a costales llenos de dinero, a trampas y tramposos.

Hoy, los mexicanos nos hemos dado un marco legal e instituciones que, antes que nada, privilegian la voluntad ciudadana y cuidan que ésta no sea violentada.

Las instituciones electorales nos han permitido contar con certeza en los resultados de los comicios, con campañas equitativas, parejas, con igualdad de oportunidades para candidatos y candidatas, con vigilancia del actuar de los tres niveles de gobierno.

Y se ha ido más allá: se vigila el destino de recursos públicos, la manera en que se comportan los servidores públicos, ademas de que se impide la coerción.

No reconocer lo que se ha alcanzado hasta ahora sería, por decir lo menos, mezquino. Sería cerrar los ojos a los pasos que se han dado.

Hoy los conflictos se resuelven por la vía legal, a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que tuvo sus orígenes en 1987 cuando se creó el Tribunal de lo Contencioso Electoral (Tricoel) y que en 1990 cambió su nombre por el de Tribunal Federal Electoral (Trife).

Lo que tenemos en México son instituciones sólidas que nos permiten a los ciudadanos tener la certeza de que las campañas electorales y sus resultados son confiables.

Debemos apreciar lo que tenemos y construir un país en donde lo que abunde se

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