De acuerdo con el último reporte, en San Isidro hay 24 heridos, tres de gravedad. La familia Serrano sumó ocho decesos; la mayoría de ellos son niños y jóvenes
Por: Mario Galeana / @MarioG24H
Una explosión causada por miles de cohetes que serían utilizados en una fiesta patronal ocasionó el derrumbe de una casa que derivó en la muerte de 14 personas –11 de ellos niños y adolescentes– y dejó lesionadas a otras 24, en la comunidad de San Isidro, del municipio de Chilchotla, que colinda con los límites del estado de Puebla y Veracruz.
La muerte entró por la ventana y se desplomó sin tregua. A las 21:00 horas del lunes 8 de mayo, un cohetón saltó al interior de la casa de la familia Serrano Argüello, donde se almacenaban miles de fuegos artificiales, y ocasionó una detonación que hizo vibrar el suelo de la comunidad.
Las autoridades creen que las muertes no fueron consecuencia de las quemaduras causadas por el estallido, sino por la caída de los muros y el techo de la vivienda, rústica, hecha de adoquines grises.
Las primeras investigaciones indican que la explosión fue originada accidentalmente, pues –según declaró el gobernador José Antonio Gali Fayad– otros menores que jugaban en las afueras de la vivienda lanzaron el cohete que provocaría la tragedia.
Los miles de cohetes eran almacenados en la casa para ser utilizados durante la fiesta patronal del pueblo, que se celebra en honor a San Isidro cada 15 de mayo.
De los 24 heridos, tres están graves, 12 ya fueron dados de alta y los restantes se reportan como estables pero continúan recibiendo atención médica en diferentes hospitales del estado. De acuerdo con el secretario General de Gobierno (SGG), Diódoro Carrasco Altamirano, cinco menores con lesiones reciben atención especial en el Hospital para el Niño Poblano, mientras que seis adultos son atendidos en el Hospital de Traumatología y Ortopedia.
En el nosocomio de Guadalupe Victoria, otras 10 personas fueron atendidas, aunque por la tarde de ayer se dio de alta a ocho de ellas.
EPN y Osorio se solidarizan
Siete de los 11 niños muertos no rebasan los 12 años de edad y, en realidad, los adultos que perdieron la vida eran jóvenes: ninguno superaba los 28 años.
La familia Serrano fue especialmente afectada por la tragedia: ocho de los difuntos poseen este apellido y, entre el resto, existen vínculos sanguíneos.
Por la mañana de ayer, aun cuando las vallas de protección rodeaban los restos de la casa, la gente de la localidad de San Isidro –también conocida como Emiliano Zapata–, vagaba entre los escombros. Había, también, niños con uniformes escolares, hurgando entre los desechos de una vivienda en la que, posiblemente, alguna vez jugaron.
Por otra parte, los gobernantes del país expresaron su solidaridad con las víctimas.
El presidente Enrique Peña Nieto envió sus condolencias a los familiares y vecinos de las personas que perdieron la vida una semana antes de que el pueblo se llenase de música de banda, fuegos artificiales y fiesta.
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, lamentó el accidente y aseguró todo el apoyo necesario a la comunidad, a través de la dirección de Protección Civil.
En tanto, el coordinador nacional de esta dependencia, Luis Felipe Puente Espinosa, anunció que se analizará una Norma Oficial Mexicana (NOM) para regular el manejo, traslado y almacenamiento de material pirotécnico.
Pero en San Isidro, posiblemente, quedará para siempre un sabor amargo, de polvorín y de lágrimas.
Apoyos para las víctimas
Al mediodía de ayer, el gobernador de Puebla viajó hasta la comunidad para dar su pésame por la tragedia y anunció que el gobierno federal autorizó la utilización de un predio para ser habilitado como panteón.
“Era una cantidad enorme de cohetones, pero son costumbres que tenemos arraigadas no sólo en Puebla, sino en el país entero. Unos niños estaban jugando afuera y, al encender un cohete, éste entró por la ventana. Era una cantidad enorme de cohetones almacenados, por lo que la explosión hizo un vacío, la losa se vino abajo y murieron aplastados”, declaró ante los medios de comunicación.
También anunció que se dará una indemnización a los familiares de las víctimas, además de que se les otorgará un apoyo financiero para la reconstrucción de la vivienda. Y, por la noche, visitó a los cinco niños que se encontraban internados en el Hospital del Niño Poblano.
La casa de los Serrano estaba rodeada por unas cinco casas y, más lejos, sólo había sembradíos. En la tradición católica San Isidro es, precisamente, un labrador de tierra.
Poco antes de la visita de Gali Fayad, un presbítero organizó una misa ante la población, muy cerca de donde se registró la explosión.
Un par de imágenes religiosas de Cristo y la Vírgen de Juquila fueron acomodadas sobre las ramas de un árbol próximo a la vivienda, que sobrevivió al estallido. Entre los escombros, bicicletas, ropa y artículos sobresalían entre la tierra y la pólvora quemada.