¡¡¡3, 2, 1... Comenzamos!!!
Por Pablo Chávez Meza
México, alguien dijo, está de moda, pero no como lo quisiéramos, pues las noticias de violencia acapararon los titulares de los diversos medios de comunicación.
La semana pasada en Puebla el enfrentamiento entre los llamados huachicoleros y elementos del Ejército dejó un saldo de 10 muertos, seis de ellos civiles y cuatro militares; a raíz de eso, las investigaciones y los dimes y diretes siguen.
Este lunes fue asesinado el periodista Javier Valdez Cárdenas, fundador del semanario Ríodoce y corresponsal del diario La Jornada en Culiacán, Sinaloa.
Por la noche se conocía la emboscada a la subdirectora del diario El Costeño en Jalisco, quien, junto a su hijo, fue atacada a balazos.
Y para rematar, un joven, del cual se desconoce su nacionalidad –francés, estadounidense o mexicano– atacó e hirió a un sacerdote en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
Mi pobre tía abuela Godofreda estaba aterrorizada y no la culpo; cómo explicarle lo que se vive en la actualidad en el país donde la corrupción e impunidad son el pan nuestro de todos los días.
Apenas a principios de este mes, el Banco de México (Banxico) presentó los resultados de su Encuesta sobre las expectativas de los especialistas en Economía del sector privado: abril de 2017, y en ella los problemas de inseguridad pública se consideraron como el factor que podría obstaculizar el crecimiento económico del país.
Mucho se habla de que México puede convertirse en una potencia económica en los próximos años, pero cuando vemos que uno de los elementos más indispensables, la seguridad, se ve trastocado, aumentan las dudas sobre esa posibilidad.
Desde hace varios años, los mexicanos hemos visto cómo la escalada de violencia se ha intensificado y recrudecido; gobiernos van y vienen y esto sigue; sé que no es una tarea fácil pero algo se debe hacer.
En muchas ocasiones se da la impresión –tanto hacia adentro como hacia el exterior– de que aquí se puede hacer lo que se quiera sin que haya consecuencias, y la verdad es que sí las hay; por lo menos en materia económica: no se crece como se debería, no se invierte como se desearía, aunque eso no sólo es culpa de la violencia, sino de la corrupción y la falta de la aplicación del Estado de Derecho.
De acuerdo con los resultados de la encuesta recabada por el Banxico, en el pasado mes de abril la percepción de la inseguridad tuvo 15% de las respuestas por parte de los economistas como un factor de preocupación.
No obstante, para los economistas consultados del sector privado, el principal factor que podría obstaculizar el crecimiento de la actividad económica del país sigue siendo la inestabilidad de la política internacional, con 5.2% de las respuestas. Pero, ¡ojo!, el tema de inseguridad pública le pisa los talones con 5.1% de las respuestas.
Y con los casos que hemos detallado no se descarta que la inseguridad pública comience a ser algo que verdaderamente empiece a preocupar a los economistas de este país. Veremos qué detallarán en este mes –el cual ha sido muy caótico–, cuando los resultados se conozcan a principios de junio próximo.
En tanto, trato de tranquilizar a mi pobre tía abuela Godofreda, quien sigue anonadada y sin dar crédito a lo que ve a diario en los medios. “¡Ay m’ijo, ya nos cargó la chin…!”. “¡Tíaaa…!”
Convención aseguradora
Este martes en la Ciudad de México se inauguró la 27 Convención de Aseguradores, ahí el presidente saliente de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), Mario Vela Berrondo, destacó la necesidad de pensar hacia el futuro.
“No podemos apostarle a que nuestros hijos nos van a mantener cuando lleguemos a la época del retiro, lo que hoy estamos ahorrando en las Afores no es suficiente…”, de ahí que, dijo, hay una gran oportunidad para que el sector asegurador sea visto como una alternativa para ahorrar con miras a tener una renta vitalicia para cuando se llegue al retiro.
El dato
En lo que va del año han sido asesinados seis periodistas; en 2016 fueron 11 y desde el año 2000 a la fecha, en México han sido ultimados 125 reporteros, de acuerdo con datos de Artículo 19 y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
