Las Serpientes
Por Ricardo Morales Sánchez /[email protected]
Siempre estuve en contra de la estrategia que puso en marcha el entonces presidente de la República Felipe Calderón, de sacar al Ejército mexicano a las calles, con el fin de combatir el crimen organizado, que entonces amenazaba con rebasar a su administración, sobre todo en los estados del norte del país (Chihuahua, Sinaloa, Nuevo León y Tamaulipas) en donde se vivía prácticamente una situación de guerra.
Me espantaba el hecho de ver a los soldados en las calles, con todo lo que ello implica, sabedor de que el Ejército está para defender la soberanía nacional ante el ataque de fuerzas extranjeras invasoras, así como para coadyuvar en las labores de rescate, en caso de un desastre natural (Plan DNIII).
Hasta hace poco, las Fuerzas Armadas mexicanas eran la institución mejor calificada dentro de las encuestas, en un país donde la Iglesia católica perdió credibilidad; en donde los maestros dejaron de ser objeto de respeto; en donde el IFE –ahora INE– también cayó en desgracia.
En este contexto, el Ejército se mantenía todavía con una elevada credibilidad y era motivo de orgullo para los mexicanos.
El entrenamiento al cual se someten los valientes hombres y mujeres que forman parte de las fuerzas castrenses de nuestro país nada tiene que ver con labores de contención o investigación de las fuerzas de seguridad civiles. El soldado está entrenado para ejercer fuerza letal y eso debe de quedar claro y entenderse, si es que se quiere que estos elementos continúen en las calles.
No trato de justificar de ninguna manera lo ocurrido en Palmarito Tochapan, pues ninguna institución tiene permiso para matar. Si es verdad que hubo una ejecución por parte de un elemento de las fuerzas armadas, debe caer todo el peso de la ley sobre estos personajes, pero este es el precio de tener a los militares haciendo la labor que debería de corresponderle a los cuerpos de seguridad pública e inteligencia, tanto federales como estatales.
El general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, tiene razón de estar molesto, ya que la imagen del Ejército mexicano está por los suelos luego de acciones como las de Tlatlaya o Ayotzinapa, donde las fuerzas armadas están bajo sospecha, por lo que se debe estudiar a fondo si el Ejército debe o no permanecer en las calles.
Considero que no queda de otra: las fuerzas castrenses deben permanecer en las calles, a diferencia de lo que pensaba en un principio pero la razón principal por la que sustento mi afirmación es que si regresa a los cuarteles, entonces los ciudadanos vamos a quedar a merced del crimen organizado.
La actuación del Ejército debe quedar normada por la Ley de Seguridad Nacional, la cual muchos consideran que, de ser aprobada, sería un auténtico golpe de Estado por parte de las fuerzas armadas. Así de complicado es el tema.
Palmarito es desde ahora un hito en la historia del país y la participación del Ejército mexicano en el combate al crimen organizado. ¿Usted qué opina?
Pierde Ramiro León negocio de Jolalpan
Cómo no les va a parecer una burla al abogado Ramiro León Flores, al síndico y cinco regidores de Jolalpan la medida ordenada por el Tribunal Electoral de Puebla de que recibieran su pago de “salarios caídos” por 18 meses, luego de que intentaron cobrarle al gobierno del estado nada más que 10 millones de pesos “a cambio de levantar el plantón” que hasta hace unos días tenían instalado fuera del Congreso.
Cada regidor esta “indignadísimo” de recibir sus pagos atrasados luego que exigían ser “consolados” con más de medio millón de pesos, además de buscar imponer a sus allegados en posiciones clave en la administración municipal.
¿Por qué razón tendría que pagar el estado tal suma cuando estos personajes buscaban hacer un chantaje político de una diferencia local?
