Las Serpientes

Por Ricardo Morales Sánchez / [email protected]

Un tema de primer orden para cualquier estado es garantizar la seguridad de sus ciudadanos,ya que es el origen de las comunidades que derivaron en ciudades, posteriormente estados y luego países.

El tema de la seguridad pública en Puebla es prioritario, es un hecho que se ha deteriorado de manera dramática en los últimos años, especialmente en la capital, donde hoy, a decir verdad, ya se respira un ambiente de miedo entre la población, la cual ve con desconfianza el actuar de los uniformados.

Entiendo el hecho de que una buena estrategia para combatir la inseguridad parte de la recomposición del tejido social como lo ha planteado en varias ocasiones el edil capitalino Luis Banck Serrato, quien está preocupado por atacar las causas y no las consecuencias.

Pero una estrategia de este tipo requiere de años y años, las ciudades que lograron bajar sus índices delictivos a partir de estas estrategias como Nueva York, que siempre es puesta como ejemplo de cómo logró ganar la guerra al hampa, requirieron de años y además de continuidad en las administraciones, tomando en cuenta que en Estados Unidos los alcaldes se pueden relegir por décadas.

En México y en Puebla la problemática es diferente, y como bien se sabe, hay que atacar las causas, pero también es necesario estar pendiente para evitar las consecuencias.

En Puebla es evidente que se observa una ausencia en materia de seguridad, la cual pesa.

Los vuelos en helicóptero, si bien es cierto, inhiben los actos de delincuencia, pero resultan insuficientes; a la par que no existe un patrullaje constante en los principales puntos que todo mundo saben son conflictivos.

Es notoria, de verdad, la ausencia de los elementos de Seguridad Pública en las calles.

La millonaria inversión que hiciera en su momento el ex presidente municipal Antonio Gali Fayad en patrullas, cámaras de videovigilancia y equipamiento, de nada sirvió; hoy, no se utiliza, se mantienen inactivos, como pareciera que sucede en una estrategia que nadie parece entender.

Los retenes perdieron su verdadero propósito y ahora se han convertido en puntos de extorsión expandidos sobre varios sitios de la Angelópolis; nadie sabe su fin ni mucho menos los alcances o éxitos.

La tranquilidad que solíamos presumir los poblanos con del plus que se tenía por vivir en la ciudad se ha esfumado, y quien diga lo contrario quién sabe en qué mundo viva. Negar los hechos o enmudeciendo es como vamos a contribuir a que empeore el clima de inseguridad en Puebla.

Es necesario que el edil capitalino, quien ha dado muestras de ser un genio en materia de planeación, muestre firmeza en el combate a la inseguridad y envíe un mensaje fuerte.

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