Lector curioso
Por: Rebeca Alcaide /@rebeccaalcaide
Resultaría imposible comprender la concepción de los derechos humanos sin la integración del Estado democrático, el cual emerge de un Estado liberal –como manifestación progresista de la sociedad y de la modernidad–, pues sin estos elementos no se podría garantizar la aplicación de los derechos fundamentales del hombre.
Es por ello que el Estado liberal es la fuente de la democracia, y a su vez el Estado liberal es la consecuencia de un movimiento filosófico denominado Ilustración, el cual tuvo sede en Europa a finales del siglo XVIII, y surge de la idea primigenia de erradicar el despotismo ilustrado –monarquía absolutista–.
Grandes filósofos contribuyeron con sus posturas y argumentos a darle mayor peso al movimiento, y uno de los personajes centrales en la ilustración fue Montesquieu, pues, fungió como el gran filósofo jurídico, que retoma al hombre en sociedad como agente de actuación a través de la aplicación de las leyes; dicha postura queda plasmada en su obra épica El espíritu de las leyes, la cual establece la relación fundamental entre la ley y los hombres, y a su vez los principios que rigen a los gobiernos.
Es entonces cuando el individuo conocedor de su fuerza concentra todas las voluntades, en un Estado político, que a su vez dará cabida al “Gobierno democrático”, el cual será regulado por un derecho político –legaliza la relación entre gobernado y gobernante– y según las características que contiene cada Estado serán las leyes que establezcan. Pero dichas leyes deberán de estar sectorizadas en tres grandes poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.
Por su parte Rousseau, otro protagonista de la ilustración, argumenta en su obra El contrato social la concepción de un Estado desde la naturaleza del hombre, pues considera que el individuo nace libre e igual; sin embrago, la libertad de nacimiento se ve restringida por la voluntad generalizada, hasta que aparece el pacto social que va a convertir en iguales a los hombres por convención y derecho.
De lo anterior se desencadena una serie de los elementos que permitirán la integración de una nueva estructura al interior de un Estado, que a la postre será conocido como Estado liberal, mismo que se bifurcará en un sentido político y otro jurídico.
