Isabel Mellado en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara con Clara Obligado y Andrés Neuman. / CORTESÍA TWITTER @ALFIEPINGTAJO

El conjunto de cuentos que conforman la obra logra unir dos pasiones: música y literatura. Posee una prosa lírica, donde  las historias conducen al pensar o sentir de los protagonistas

 

Por Fredo Godínez

I

Hace unos meses dejé la lectura para refugiarme en el teatro y otras artes escénicas como óperas y conciertos de música académica.

Aunque en la Angelópolis ya disfrutaba de escuchar a la Orquesta Sinfónica de Puebla, hoy Filarmónica 5 de Mayo, y en mi colección de discos (discoteca debería ser su definición, ¿no?) comenzaban a ocupar esos espacios algunos compositores como Mozart o Beethoven y alguna que otra ópera; fue en CDMX donde comencé a disfrutar, conocer y valorar más a las artes escénicas, gracias a que asistí a conciertos del Cuarteto Latinoamericano, de orquestas sinfónicas dirigidas por Enrique Diemecke y de óperas en el majestuoso Palacio de Bellas Artes.

En el inicio de este año volví con mayor pasión a la lectura y al ejercicio de reseñar libros. Debo decir que odio ese término, me parece muy técnico. Si leer es un placer, también lo es hablar sobre el ejemplar y más si éste te gustó o te provocó alguna reflexión, sentimiento o sensación.

El libro del cual  hablaré en esta ocasión me dejó la sensación de que la vida es una larga melodía de silencios, abandonos y placeres acompasados.

 

II

El perro que comía silencio de Isabel Mellado ha sido un grato descubrimiento literario en mi pasada visita a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara. Debo confesar que no sabía de su existencia, pero aquella ocasión que me tocó escucharla hablar sobre literatura al lado de Clara Obligado y Andrés Neuman quedé maravillado y no dudé en adquirir su obra.

El perro que comía silencio es un ejemplo claro de que puedes unir dos pasiones y lograr una bella obra de arte. Isabel Mellado es una violinista que incursionó en el mundo literario del cuento y lo hizo bella y divertidamente, pues logró unir la musicalidad, el ritmo y los silencios en cada uno de sus escritos. Por estética, la autora decidió dividir su libro en tres partes o movimientos.

El primero: Mi primera muerte, está integrado por un conjunto de cuentos donde los personajes viven una serie de eventos que los llevarán a aceptar una derrota, donde ésta no es otra cosa que una especie de muerte simbólica.

La segunda parte: La música y el resto, reúne relatos donde la vivencia de cada personaje tendrá a la música como parte de su vida o donde ésta se vuelve un complemento importante en las historias de los protagonistas.

El tercer y último movimiento: Huesos, está conformado por un conjunto de aforismos que son acompañados de pequeños dibujos realizados por la propia autora. Y que con ritmo y silencios nos lleva a reflexionar sobre la vida.

Este libro de cuentos se caracteriza por tener una prosa lírica cargada de imágenes poéticas que ayudan a construir con precisión los universos creados por la autora, donde las historias son contadas desde la voz de la primera persona y el lector se vuelve una especie de confesor. En la atmósfera narrativa-poética planteada por Isabel Mellado es más importante lo que están sintiendo o pensando los protagonistas que la misma historia.

 

III

El perro que comía silencio viene a refrescar el mundo literario y deja en claro que aún existen nuevas formas de abordar los temas tradicionales y –sobre todo– a recordar que escribir es un placer, un juego y que aún hay caminos por explorar en la narrativa literaria y en su diálogo con otras disciplinas artísticas.

Isabel Mellado, me animo a decir, es una escritora que –por su original y desenfadada forma de escribir, y de mostrar su gran manejo del lenguaje y de la brevedad– podría llegar a estar en el mismo canal de escritores como Augusto Monterroso, Ignacio Padilla, Andrés Neuman, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco o Cristina Rivera Garza, dependerá de cómo se desenvuelva en sus próximos libros.

 

*El perro que comía silencio. Isabel Mellado. Páginas de espuma: 2011. España.

 

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