A pesar de la eficacia de indicadores SC en las proyecciones de los triunfos en los comicios de Nayarit y Veracruz, el Edomex agregó un factor que desfavoreció el pronóstico: la operación electoral del PRI
Esfera Pública
Por Elías Aguilar / @Elyas_Aguilar
¿Qué pasó en Edomex? A colegas, analistas de elecciones y académicos les he respondido esta pregunta y aquí les comparto, paso a paso, la razón fundamental del resultado de la votación para gobernador, el cual constituye un factor que requiere una medición especial.
Como he descrito en colaboraciones anteriores, para determinar con precisión las tendencias electorales, en Indicadores SC hemos desarrollado una metodología que consiste básicamente en tres elementos: por un lado, un muestreo mixto de entrevistas en vivienda y puntos de afluencia, con el fin de equilibrar sesgos que se incurren al medir sólo la opinión de quienes están en viviendas, pues alrededor de 50% de la población que vota se encuentra fuera de casa muchas horas, dada la movilidad cotidiana que existe en las zonas urbanas del país. El segundo elemento consta de cuestionarios muy ágiles, los cuales se aplican en un periodo de no más de dos minutos, esto para maximizar la atención de la población que se mueve fuera de casa, pues las circunstancias de movilidad y el uso de redes sociales condicionan el tiempo de tolerancia que tienen los entrevistados a ser interrogados. El tercero radica en aplicar un algoritmo para determinar cuál es la probabilidad de saber las preferencias en las distintas alternativas de candidatos, partidos y una posible abstención.
Este sistema de medición funcionó muy bien en las elecciones de Nayarit y Veracruz.
En el caso de Nayarit, Antonio Echevarría (PAN-PRD) mostró una ventaja de dos dígitos durante la campaña para gobernador, y el resultado de la votación confirmó esa tendencia.
En municipios veracruzanos como Martínez de la Torre, Medellín y Veracruz las encuestas con este sistema indicaron la preferencia hacia los candidatos del PAN durante las campañas, las cuales se confirmaron con la votación; el caso de Medellín tuvo la particularidad de empate técnico entre el PAN y el Verde Ecologista. En esa entidad las encuestas mixtas también permitieron medir el comportamiento electoral con precisión.
El Estado de México es punto y aparte.
En cuatro mediciones que realizamos con este sistema durante las campañas, Delfina Gómez, candidata de Morena, encabezó las preferencias con alrededor de 36 y 37% de intención de voto, mientras que el PRI bajó de 30% a 25% conforme se acercó la fecha de la votación. La proyección fue que Delfina podría llegar a obtener 40% de los votos en los comicios por aspiración de conmutar –nueve de cada 10 mexiquenses se pronunciaron a favor de un cambio– y por la desaprobación hacia la autoridad federal y estatal, pues Enrique Peña Nieto es rechazado por 75% de los mexiquenses y Eruviel Ávila por 65%.
Además, las tendencias en las redes sociales, es decir, los resultados obtenidos al aplicar herramientas especialmente diseñadas para medir tendencias –no de encuestas en Twitter o Facebook–, indicaban una proporción de tres a uno de Morena sobre el PRI.
¿Por qué, entonces, mi pronóstico de triunfo de Delfina Gómez no se cumplió? El factor es uno solo: la operación.
Sí, la operación, ese eufemismo que usamos para nombrar las prácticas fraudulentas de la elección. Ese factor alteró la normalidad de las preferencias del mercado electoral en dimensiones sin precedentes.
La compra masiva de votos y de credenciales de elector, el uso de la fuerza pública para intimidar a los simpatizantes opositores y la sustitución de más de tres mil funcionarios de casilla fueron las principales prácticas utilizadas el domingo pasado por el PRI, y las cuales rebasaron en forma descomunal al resto de los contendientes.
No justifico estas prácticas, para nada; pero quiero explicar que cada candidato y partido realiza la operación el día de la elección a su favor, pero entre todos se compensa el resultado.
Sin embargo, en Edomex, la operación priista se desbordó como nunca.
Los indicios de la “macro” operación están en el mismo PREP: en los distritos ganados por Morena, la participación electoral se desplomó, incluso por debajo de la media, fenómeno que indica que en esos puntos hubo compra masiva de credenciales para votar, mientras que en los distritos ganados por el PRI la participación va en cifras que indican compra de voto y turismo electoral.
Pese a las prácticas ilegales de votación, en la encuesta de salida y conteo rápido que realizamos en Indicadores SC, Delfina Gómez llevó siempre la delantera; por un pequeño margen, sí, pero se mantuvo como puntera. Los paquetes electorales encierran la evidencia.
Nuestra medición que, mostró su efectividad en Nayarit y Veracruz, estuvo aplicada con todo rigor en Edomex; en mi blog, en la página web de Indicadores y en Facebook están los resultados de las mediciones y el pronóstico. Ahí los mantendré, subrayados, para que puedan verificar la argumentación. Los sostengo porque están hechos sin falla.
Lo que sí haremos es que en nuestro sistema de medición añadiremos el valor que tuvo la operación como factor de ponderación que afectó el resultado de esta elección.
Explico: como la opinión pública de los ciudadanos es alterada por la capacidad de operación que tienen los partidos, en el muy particular caso del Estado de México, se le asignará el máximo valor a la alteración que hizo el PRI y a Morena se le asignará el máximo valor de vulnerabilidad.
Justamente por este factor, el de la operación, es que la elección de gobernador en Edomex da de qué hablar.
