Garganta Profunda
Por Arturo Luna Silva /[email protected]
Cómo andará de perdido y huérfano el PRI, que la dirigencia municipal de Puebla, la cual antes era vista menos que bisutería, hoy se ha convertido en la joya de la corona y motivo de disputa con tintes de guerra entre sus altos cuadros y aspirantes a la candidatura al gobierno del estado. Metafóricamente –aunque algunos quisieran llevarlo a la práctica–, se están sacando las tripas por elegir al próximo presidente el Comité Directivo Municipal (CDM), pues el serlo garantiza injerir en la decisión sobre quien será el candidato o candidata a la alcaldía y otorga influencia en cualquier proyecto hacia la residencia de Los Fuertes. Sin embargo, en este camino y en esta gresca, aparece nuevamente el síntoma que ha llevado al partido a ser derrotado frecuentemente, desde 2010: la sistemática división.
La refriega por el CDM –que debe tener nuevo dirigente a finales de este junio– se libra desde tres trincheras en las que se mezclan y entrelazan disputas, envidias, protagonismos y traiciones, acciones típicas de los priistas poblanos.
La primera busca colocar en esa posición a Javier Casique Zárate, quien fue operador en muchas batallas de Enrique Doger, pero, en esta ocasión va como propuesta del corrupto subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri.
El aspirante a la gubernatura, quien por cierto este domingo realizará su enésimo destape, con un acto masivo en la capital, hizo una extraña alianza con dos personajes que son más bien sus enemigos en otros proyectos: el presidente estatal del tricolor, Jorge Estefan Chidiac, y la senadora Blanca Alcalá.
El acuerdo es que la hija de la ex candidata, la regidora Karina Romero Alcalá, vaya como secretaria general.
Casique ha hecho la tarea y trae el consenso de casi todos en la ruta en la que, hasta hace un par de días, parecía inamovible.
Sin embargo, ha trascendido que pudiera estar impedido –al menos moralmente– para la posición de presidente del CDM, pues en el 2000 fue candidato al Senado por un partido diferente al PRI.
La acusación está documentada en estrados del ahora Instituto Nacional Electoral (INE), en esos tiempos IFE, la cual surgió en paralelo a la división y la disputa, el síndrome del cangrejo, síntomas tan característicos de los priistas poblanos.
En otro frente, el diputado federal en funciones, y local con licencia, Víctor Giorgana, dio el manotazo e impulsa a cualquiera de sus suplentes: Francisco Jiménez, quien lo sustituye en la curul local, o Ramón Fernández Solana, quien es su repuesto para San Lázaro.
El primero prácticamente es cortina de humo, pero Fernández es aspirante en serio y punta de lanza, ya sea para de verdad ocupar el cargo o para darle a Giorgana margen de presión y negociación.
El joven Ramón Fernández, quien hoy es dirigente municipal de la CNOP, arrastra la sombra de Mario Marín, es su secretario particular, además del estigma de su primo Alejandro Fernández, uno de los hombres más cercanos al góber precioso.
En la jugada de Giorgana, quien argumenta que es el único que ganó dos veces curules en la capital al morenovallismo, está mostrar apoyo a su compañera de bancada Xitlalic Ceja.
Y desde un tercer batallón levantó la mano José Rocha Ramírez, subdelegado de Desarrollo Social y Humano de la Sedesol en Puebla, y quien es gallo del delegado Juan Manuel Vega Rayet, además se enfrentará a su otrora aliado indiscutible, Juan Carlos Lastiri.
Sí, Vega y Lastiri ya no están en la misma sintonía de cooperación y complicidad.
Lastiri, Giorgana y Vega cabildean para apuntalar a sus gallos y ponen el pie soterradamente a sus adversarios.
Este combate en el que no hay árbitro local, pues Jorge Estefan está desactivado y ya tomó partido a favor de Casique, podría llegar, sí una vez más, a la definición desde el Comité Ejecutivo Nacional (CEN).
En ese viejo edificio de Insurgentes Norte en la Ciudad de México, donde ven llegar a los poblanos y hasta la secretaria se lleva la mano al rostro y lamenta “ahí vienen estos otra vez”.
Hasta ahora solamente hay tres certezas:
1) los priistas se volverán a destrozar y a dividir;
2) Karina Romero está segura, en cualquier fórmula, en la Secretaría General del CDM, y
3) así serán a partir de ahora todas las batallas internas.
Todas las posiciones y candidaturas para 2018 llevarán este ánimo para la disputa.
Desde las modestas regidurías hasta la postulación a Casa Puebla tendrán este encono y estos golpes bajos.
Es el PRI de Puebla, ¡qué se puede esperar!
Huérfanos y extraviados, los priistas ya siembran lo que luego cosecharán.
Nada que sorprenda a nadie.
Es un déjà vu.
Creo que así le dicen.
