En tres meses, Acción Nacional decidirá el método para  seleccionar su candidato a la presidencia de la república, en caso de ser por consulta abierta, Rafael Moreno Valle tomará la delantera

 

Garganta Profunda

Por Arturo Luna Silva /@ALunaSilva

La decisión de la Comisión Permanente del Partido Acción Nacional (PAN)
–que el jueves pasado sacó chispas y acentuó divisiones– de llevar hasta finales de septiembre cómo será el método para seleccionar candidato o candidata dejó saldos positivos para Rafael Moreno Valle y Ricardo Anaya, quienes ganan tiempo para posicionarse y superar a Margarita Zavala, cuya propuesta de que sean las encuestas las determinantes, se ve cada día más inviable. Más allá de que los estudios demoscópicos ubican en la delantera de la candidatura a la Presidencia a la ex primera dama y en segundo sitio al dirigente panista, en caso de que se realice una consulta abierta a la militancia, el ex gobernador de Puebla es quien daría la batalla más intensa, por la lógica geográfica de los apoyos, dentro y fuera de su partido, con los que cuenta.

Un elemento más que abona a la causa del poblano es la posibilidad creciente, dentro del mismo PAN y el perredismo, de conformar una gran alianza para 2018.

En cada bando, tras las decisiones de la semana pasada, sus órganos de dirección colegiada dieron luz verde –casi en sincronía– a la construcción del que han llamado Frente Amplio.

Los astros, aunque todavía se ven caprichosos y lejanos, parecieran alinearse para el proyecto del ex mandatario, el cual está supeditado inexorablemente a la realización de una consulta abierta a la población o al menos a la militancia.

Él ha dicho, con argumentos y ejemplos que en las urnas es imbatible.

Para esta posibilidad, Moreno Valle no solamente tiene en su grupo afín a gobernadores panistas que le deben favores, sino que también cuenta con mandatarios perredistas y hasta priistas como aliados.

Eso puede hacer una diferencia importante a la hora de una batalla electoral interna.

Los jefes de los Ejecutivos estatales del PAN de Baja California Sur, Chihuahua (dividido aún entre la ex primera dama y él), Durango, Tamaulipas, Nayarit (electo), Quintana Roo y Puebla, por supuesto, están inclinados al morenovallismo.

En contraste, la esposa del ex presidente Felipe Calderón tiene, hasta ahora, el respaldo abierto del gobernador panista de Guanajuato, Miguel Márquez Márquez, así como la posible adhesión del chihuahuense Javier Corral, quien duda también en ir con el poblano, como el caso del queretano Francisco Domínguez Servién.

El presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) albiazul, Ricardo Anaya , es quien menos apoyos de gobernadores tiene, pues en el papel solamente cuenta con el respaldo del veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares, quien coquetea también con la posibilidad propia hacia Los Pinos, y con el respaldo cantado del mandatario de Baja California, Francisco Kiko Vega Lamadrid.

En suma, de los 10 gobernadores en funciones y uno electo de Acción Nacional en el país, el marcador de apoyo favorece ampliamente a Moreno Valle con seis seguros y dos posibles (Chihuahua y Querétaro).

De ellos, incluso algunos le deben buena parte de sus victorias, como es el caso de duranguense José Rosas Aispuro, el quintanarroense Carlos Joaquín González y el electo de Nayarit, Antonio Echevarría García, quienes reeditaron la fórmula morenovallista de alianza PAN-PRD.

Sí, la misma que impulsa Rafael Moreno Valle para 2018 en la elección presidencial, y la cual PAN y PRD ya anunciaron que construyen también.

A esa lista se suma el tamaulipeco Francisco Cabeza de Vaca, quien solamente compitió en 2016 por el PAN.

En tanto y en cuanto a apoyos de gobernadores panistas, Margarita Zavala suma uno seguro (Guanajuato) y dos posibles (Chihuahua y Querétaro); y Anaya únicamente como seguro a Baja California.

Es en este escenario parece que es Moreno Valle el adversario a vencer, aunque las encuestas lo ubican en tercer lugar por debajo de los punteros.

El panista poblano además de contar con el respaldo de gobernadores de su partido, quien fue importante en sus triunfos de los procesos electorales de 2016 y 2017, tiene también sólidos aliados en el PRI y PRD.

Aunque se trata de institutos políticos diferentes, siempre el apuntalamiento de un gobernador, a la hora de medirse en las urnas y aunque sea solamente entre la militancia blanquiazul, pesa sin duda.

El poblano tiene fuertes lazos con los mandatarios, el priista de Hidalgo, Omar Fayad, con el verde ecologista de Chiapas, Manuel Velasco, y el perredista de Morelos, Graco Ramírez.

Cuenta con relaciones muy cordiales con los priistas del Estado de México (electo), Guerrero, Jalisco y Tlaxcala, así como con los perredistas, de Tabasco y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera.

Ni qué decir de su relación de terciopelo con el gobierno federal de Enrique Peña Nieto.

En la cartografía de la contienda interna del PAN, si se lleva a una elección entre la militancia o abierta a los ciudadanos, Moreno Valle tiene el viento a su favor.

Como en la analogía de El Arte de la Guerra de Sun Tzu, el poblano está en el punto alto del terreno, que le es favorable para una victoria.

“En terreno accidentado, si eres el primero en llegar, debes ocupar sus puntos altos y soleados y esperar al adversario. Si éste los ha ocupado antes, retírate y no lo persigas”.

Faltan tres meses para la definición del método en el PAN.

Pero visto en prospectiva, en un proceso abierto, Moreno Valle lleva las mayores posibilidades.

Ahí el poblano está en terreno alto.

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