Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia

¿Cuántas veces hemos sido testigos de las barrabasadas que escriben los políticos y las celebridades en Twitter?

Es que es fácil, sobre todo si andas ebrio y envalentonado, soltar un tuit que en apariencia es indefenso. Ya vimos lo que le pasó a Kate del Castillo por creerse la muy revolucionaria: casi va a parar a la cárcel por no contener sus ansias de gritarle al mundo que era megafan del Chapo. Y fue gracias a ese tuit “inocente” que el mismísimo capo de la mafia volteó a verla y ¡sopas! La contactó para conocerla…

Luego están los políticos mexicanos. De pena ajena leer sus tuits, tan mal redactados, tan sin sentido. Un ejemplo claro de que si uno anda borracho es mejor que le escondan el celular es Vicente Fox.

De Fox ya se espera lo que sea, pues desde su sexenio dio muestras clarísimas de una ignorancia flagrante. ¡Y luego le ponen el Twitter enfrente! Qué cosa tan penosa ver cómo el ex presidente de la alternancia se empinó literalmente a los priistas.

También otro ejemplo del mal uso del Twitter es el ex congresista y ex aspirante a la alcaldía de Nueva York, Anthony Weiner, quien tuvo el mal tino de tuitear abiertamente (y por error) una foto de su miembro en posición de ¡firmes!

Después de este accidente, su vida personal se fue desplomando como una torre de naipes.

¡Y qué decir de las sandeces que tuitea Felipe Calderón! Puros despropósitos que lo entrampan en su propio pantano nauseabundo lleno de muertos…

Otra muestra de que los rucos no saben usar bien el Twitter es Donald Trump. Bueno, de por sí nuestro personaje es bastante escandaloso con o sin redes. Tiene actitudes de infante y desplantes de señora despechada, pero sus tuits… ¡ay, sus tuits! Van de lo sublime a lo ridículo.

Trump nos da cotidianamente carnita para destrozarlo. Es en sí un personaje tragi-cómico que tiene en vilo al mundo. Todos, de una u otra manera, pensamos diariamente, ¿ahora con qué va a salir este señor?

Un día empuja al presidente de Montenegro, otro se pone a cantar y a bailotear el himno nacional en una ceremonia fúnebre, otro tira misiles “accidentalmente”, otro día Melania le hace un desplante con la mano, otro le grita a un reportero…

Es el estilo Trump, y vaya que puede ser muy ofensivo o hasta simpático.

La última de Trump fue un tuit que lanzó durante la madrugada de hace tres días, donde escribió una palabra inexistente. Apenas puso el tuit y se volvió trending topic.

De ese tamaño es la atención que hay sobre él.

Amanecimos y nos preguntamos: ¿qué es Covfefe?

Los conspiracionistas de ayer y hoy trataron de resolver el enigma. ¿Era quizás un mensaje cifrado? ¿Algún aviso del inminente desmadre que se viene por la cancelación de políticas sobre el cambio climático? ¿Un código binario para los extraterrestres?

No. Nada de eso. O quién sabe.

La explicación más lógica es que, o bien estaba borracho o cansado o medio dormido, y se le fueron los dedos.

Otra razón más para crear una campaña permanente que promueva la prohibición del Twitter después de haberte echado unos tragos o de llevar varios días sin dormir… y recuerden, miembros de la clase política: Político sin COVFEFE es un pobre político.

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