La histórica sentencia que emitió un Tribunal Colegiado a favor de un migrante salvadoreño que fue retenido de forma ilegal en una  estación migratoria es una lección  para el Instituto Nacional de Migración

 

Por Luis Pavón / @pavonlui

Histórica, plausible, ejemplar; esos tres adjetivos son suficientes para resumir la sentencia que emitió un Tribunal Colegiado a favor de un migrante salvadoreño y que evidencia la conducta del Instituto Nacional de Migración (INM).

“Tú eres un centroamericano, eres un perro, no eres nada para nosotros”, refiere José de la Paz Fermán Cruz, que así le dijeron agentes del INM cuando fue detenido por estar de forma ilegal en suelo mexicano.

Oriundo de El Salvador, José cruzó el río Suchiate y solicitó asilo en México. Lo mantuvieron privado de su libertad durante 358 días, cuando la ley establece que esa medida no puede exceder 45 días.

Es decir, estuvo 10 meses más de lo establecido por la ley de migración que fija un plazo de 45 días para que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) acepte o rechace las peticiones de asilo. O sea, lo tuvieron encerrado ilegalmente.

El caso de José logró una resolución judicial de gran magnitud: los extranjeros que pidan asilo en México pueden realizar ese trámite sin estar detenidos en las estaciones migratorias.

La historia es la siguiente:

José de la Paz Fermán Cruz huyó de El Salvador porque fue amenazado de muerte, pidió asilo en México. No sabe leer ni escribir.

En 2015 cruzó a México por el río Suchiate, en Tapachula, e ingresó a territorio nacional de manera ilegal, sin documentos.

En noviembre de ese año fue detenido en Chiapas por agentes del Instituto Nacional de Migración y llevado a la estación migratoria de Tapachula, donde se enteró que podía solicitar asilo y así lo hizo.

Semanas después fue trasladado a la estación migratoria Las Agujas, en la Ciudad de México.

El 26 de enero del 2016, la Dirección General de Control Migratorio del INM ordenó al director de la estación migratoria Las Agujas liberar a José, ya que su detención se había alargado en demasía y eso podría afectar su bienestar.

Pero la orden no se cumplió. El director de la estación migratoria hizo caso omiso a sus superiores y el salvadoreño siguió detenido.

En mayo del 2016, ante un exhorto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), fue que el abogado Simón Hernández y la Clínica Jurídica para Personas Refugiadas  de la Universidad Iberoamericana tomaron el caso.

Interpusieron un amparo contra el Instituto Nacional de Migración.

Simón Hernández dijo que primero buscaron que se liberara a José por razones humanitarias, lo cual está previsto en la ley de migración, pero les fue negada la petición. Por eso tuvieron que recurrir al amparo.

Fue así como se le hizo justicia al salvadoreño José de la Paz Fermán Cruz. El 21 de octubre del 2016, casi un año después de haber sido detenido en Chiapas fue liberado.

El Vigésimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa falló a su favor.

El tribunal determinó que el alojamiento en las estaciones migratorias es una detención, por lo tanto, privación ilegal de la libertad, dijo Elba Coria, directora de la clínica jurídica Alaíde-Foppa de la Universidad Iberoamericana.

“Don José no está siendo un caso singular, está representando una situación sistemática y estructural sobre el que habría que seguir trabajando tanto en la vía judicial como en la generación de mecanismos de protección”, añadió la abogada Coria.

Es decir, lo que el Tribunal Colegiado determinó es que la detención en las estaciones migratorias debe aplicarse solo en caso de que no exista otra alternativa menos lesiva.

¡Vaya lección al INM! Institución que debería tomar acciones contra el director de la estación Las Agujas, quien no acató la orden que le habían dado de liberar al ciudadano salvadoreño.

Y es que mucho nos quejamos del trato que reciben nuestros paisanos en Estados Unidos y el endurecimiento de sus políticas migratorias. Pero la política migratoria de México es igual de dura que la estadounidense.

“Es más fácil obtener la visa de Estados Unidos que la visa mexicana”, me contó hace un par de años un amigo colombiano.

La violencia y la miseria son los principales factores que obligan a las personas a migrar de sus países.

Una gran cantidad sale huyendo de las amenazas de muerte.

En México, el año pasado, ocho mil 781 extranjeros pidieron asilo en nuestro país. Se estima que este año podría duplicarse la cifra.

En el caso de mexicanos en busca de asilo en Estados Unidos, la cifra señala que fueron 10 mil los que lo solicitaron entre los años 2008 y 2012.

La mayoría de ellos son del norte del país y lo que buscaban era poner a salvo su vida.

Es el caso de Mariana Ibarra, una joven de 23 años de edad que salió de Ciudad Juárez buscando preservar su existencia, luego de que su novio, un secuestrador preso en Juárez, la retuvo, golpeó y torturó varios días dentro del reclusorio, cuando ella fue a visitarlo.

Cruzó el puente y junto con su madre se entregaron a las autoridades de migración de Estados Unidos y quedaron detenidas mientras se determinaba si procedía o no su solicitud de asilo.

Un mes después de eso, un juez de Estados Unidos le otorgó un permiso de estancia bajo la convención contra la tortura y la persecución, pero las autoridades estadounidenses le condicionaron la residencia: si quería la residencia se iba quedar detenida todo el tiempo que durara el proceso de la petición de refugio.

La otra opción era quedar libre pero debía renunciar a toda ayuda de gobierno y permiso de trabajo. Optó por salir, pero eso sí, le colocaron un brazalete con el que ubican todos sus movimientos. No se lo puede quitar un segundo.

Mariana está a la espera de saber qué va a pasar con su solicitud de asilo. El problema es que de todos los paisanos que piden asilo, apenas 1% lo obtiene.

“El pensar de los jueces de migración es que, bueno, la violencia ocurrió en Ciudad Juárez, te mataron a tus familiares en Juárez pero México es muy grande, te puedes ir a Chiapas”, me dijo la abogada Ana Luisa Pablos, especialista en temas de migración y quien vive en El Paso, Texas.

Así que la sentencia histórica contra el Instituto Nacional de Migración debe servir para que las autoridades revisen su actuación y que como sociedad hagamos la auto crítica de cómo tratamos en México a los migrantes porque los centroamericanos han empezado a cambiar el sueño americano por el sueño mexicano.

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