Guisantes de Mendel

Por Victor Florencio Ramírez Cabrera

Antes de iniciar, aclaro: hay quienes recolectan y procesan residuos de alimentos y usan esa materia para generar algún combustible, por lo cuál en realidad los están reutilizando. De no proceder así, seguramente los aceites terminarían en ríos o contaminando ecosistemas. Para estas empresas, aliento y felicitaciones.

Sin embargo, los biocombustibles generados a partir de un producto primario llevan a cuestas por lo menos tres falacias: que son más limpios, que son sustentables y que son más económicos. Tres veces nos engañan ¿Cómo? Ahora lo explico.

  1. Los biocombustibles no son más limpios. Estudios hechos en Brasil[1] han demostrado que el uso de etanol en los combustibles incrementa las concentraciones de ozono en la atmosfera. Además el aceite tiene restos de nitrógeno y azufre que generan emisiones de óxidos de nitrógeno (conocidos como NOx)[2]. Dependiendo del petróleo de origen, pero un buen refinado puede ser más limpio que los biocombustibles.
  2. Existe una mentira comúnmente difundida (y creída) de que por ser de origen natural, los biocombustibles son ambientalmente mejores. En realidad se desplazan ecosistemas completos para producir de forma masiva caña de azúcar o palma aceitera, por citar dos ejemplos[3]. Con eso se desplazan o eliminan especies. En otros casos, se sustituye el destino de algunos cultivos para usarlos como combustible. Para lograr eso se procesan y se invierte energía que no siempre es limpia (diesel, quema de gabazo). Ni hablemos de la cantidad bestial de agua que se requiere para la caña de azúcar y etanol.
  3. Los biocombutibles son más caros. Aunque tal vez al consumidor final le cueste barato, la verdad es que producir el biocombustible tiene una serie de subsidios detrás que no permiten ver la realidad. Tan sólo la producción de caña requiere bombeo agrícola altamente subsidiado, además de fertilizantes (muchas veces de origen petrolero, paradójicamente) y combustibles o simplemente transferencias en efectivo. Si eliminamos esto, el costo de producción sería mucho mayor que los combustibles fósiles (sin contar los IEPS que estos últimos pagan y los biocombustibles no).

En realidad, los biocombustibles son una respuesta del sector agroindustrial para encarecer sus productos y darles salida en el mercado. Los biocombustibles para efecto de la lucha contra el cambio climático no fijan carbono, pues terminan por liberarlo, con lo que mantienen o incrementan concentraciones de Gases de Efecto Invernadero en la atmósfera. Su uso no ayuda a la lucha contra el cambio climático.

El peor problema es que son innecesarios. Si queremos una transición energética a energías limpias podemos optar por autos eléctricos, cuya fuente de energía tiende a ser cada vez más limpia y barata (la energía solar fotovoltaica a escala es la más barata del mundo). Puede haber incluso sistemas en los que el usuario del vehículo genere su propia energía en casa ¿Para que queremos entonces biocombustibles?

[1] Scovronick N. et al  Air Quality and Health Impacts of Future Ethanol Production and Use in São Paulo State,Brazil. Int J Environ Res Public Health. 2016 Jul 11;13(7). pii: E695. doi: 10.3390/ijerph13070695

[2] Elba C. Teixeira et. al. Estimated atmospheric emissions from biodiesel and characterization of pollutants in the metropolitan area of Porto Alegre-RS Anais da Academia Brasileira de Ciências (2012) 84(3): 655-667  http://www.scielo.br/pdf/aabc/v84n3/v84n3a08.pdf

[3] http://www.rainforest-alliance.org/lang/es/work/agriculture/palm-oil

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