La Loca de la Familia
Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia
Según el diccionario de anglicismos, el término “zapping” significa: acción de ir cambiando el canal de televisión. Sin embargo, la palabra “zapping” ha ido adquiriendo otras connotaciones en nuestro lenguaje.
La primera vez que escuché este término fue en una situación que nada tiene que ver con la televisión y sí con una forma de entretenimiento más placentera y recreativa.
Estaba con un novio, hace ya algunos años, y entre beso y beso, tratando de convencerme para dar el siguiente paso, me confesó que muchas veces había tenido que recurrir al zapping para agarrar valor y concentrarse a la hora de estar con otra mujer.
Yo no entendí de qué me hablaba, así que paré en seco el cachondeo, me incorporé para adoptar una posición más adecuada y le pedí que me explicara con detalle en qué consistía eso del zapping.
Me dio entonces el significado literal de la palabra y luego puntualizó el contexto en que se vio obligado (muchas veces) a ir cambiando mentalmente la imagen de esa mujer con la que estaba hasta conseguir que fuera mi imagen la que apareciera yuxtapuesta en su rostro para hacer del encuentro algo menos grotesco.
La idea de que alguien piense en uno cuando está con otra persona satisface a nuestro ego, pues es una evidente manifestación del gusto que esta persona siente por ti y no por la otra.
Por otro lado, el zapping es parte de una de las fantasías más recurrentes entre hombres y mujeres que están aburridos de sus parejas.
Cambiar mentalmente de canal, es decir, poner el rostro del objeto de nuestros deseos a una persona que no acaba de gustarnos del todo, es una práctica tan vieja como el propio rito ancestral del coito.
¿Es el zapping una forma de infidelidad?
Depende del criterio de cada quien. Aunque supongo que a nadie le gustaría saber qué es lo que en realidad pasa por la mente del amante cada vez que se tiene un encuentro amoroso.
Hay mujeres y hombres que no soportan siquiera la idea de que su pareja piense en otra persona, ya no durante el sexo, sino en cualquier otro momento del día.
Por otro lado, saber que el hombre o la mujer con la que se mantiene una relación estrecha tenga que configurar en su mente una imagen que no es la tuya para poder “prenderse” con otro u otra, otorga al implicado del zapping un poder oculto sobre la víctima del travestismo imaginario.
Hay que decir que para las mujeres es más fácil llevar a cabo este juego perverso, pues si el hombre que intenta zappear a su pareja no es mentalmente fuerte para sostener la fantasía hasta sus últimas consecuencias, puede malviajarse al sentirse descubierto, y en esos casos ocurre una situación muy incómoda que rompe con el candor del encuentro: el famoso gatillazo, que no es otra cosa más que perder de súbito la erección, y ahí sí… ni con Juana ni con Chana.
Así que si usted es un reprimido mejor ni lo intente y siga practicando el zapping original. Al fin y al cabo sólo necesitará un control y un buen servicio de cable para tener muchas, pero muchas opciones antes de aburrirse del todo y apagar la tele; y entonces sí, tener que “cumplirle” a una bruja o a un pelmazo al que no desea.
