La Quinta Columna Exprés

Por Mario Alberto Mejía

Enrique Ochoa Reza estaba inspirado, concertador, condescendiente.

De pronto, soltó varias de las frases que hicieron vibrar la noche priista:

“No se crean todo lo que dice la prensa. Al inicio de la elección del Estado de México decían que le íbamos a entregar la gubernatura a Josefina Vázquez Mota porque se la debíamos por el apoyo en el 2012. Eso es tan falso como lo de que Aurelio Nuño será nuestro candidato en Puebla”.

Las sonrisas se extendieron a lo largo y ancho del salón.

Una nueva frase le metió calor a la reunión privada:

“O como lo que escribe un periódico poblano en el sentido de que mis taxis me los regaló un gobernador”.

Todos rieron, incluso Enrique Doger.

Y vino otra sacudida:

“No le debo ni le deberé jamás nada a un gobernador”.

La imagen de Rafael Moreno Valle surgió en las cabezas de los cincuenta priistas poblanos reunidos en el CEN del PRI.

La sesión inició a las 19:30 horas porque Ochoa Reza andaba haciendo lobbying con el poder judicial sobre el caso Coahuila.

Todos estaban ahí reunidos salvo Juan Carlos Lastiri, quien se dio el lujo de estirar la liga y aparecerse después de que el dirigente nacional inició el encuentro.

El subsecretario de la SEDATU, promotor de la consulta a la base para elegir al candidato a Casa Puebla, se sentó entre Leobardo Soto —líder de la CTM y porrista a modo, y Gerardo Mejía, crítico del prohombre nacido en Zacatlán.

Los discursos iban y venían.

Lastiri hablaba y hablaba con el cetemista y el recién ungido secretario de Elecciones del PRI estatal: Javier Casique.

Luego se puso a dibujar bolitas cuando Enrique Doger y José Luis Márquez criticaron sus foros pagados con dinero de los programas sociales.

Lastiri dibujó una bolita en la primera crítica.

Luego vino la segunda.

Lastiri dibujó otra bolita.

Hizo tantas bolitas que su dibujo parecía un mar de incertidumbre.

Un mar de bolitas sin dueño.

Leobardo Soto sacó la matraca y el confeti para defender a su dueño.

Y no dudó en decir que la consulta a la base era la mejor opción.

Luego tomó la palabra el titubeante presidente municipal de Huejotzingo —otro peón de Lastiri— para eructar que en su pueblo se acostumbra la consulta a la base.

“Ah. Ok”, pareció decir Ochoa Reza.

Vino entonces una tanda de oradores que descalificó la propuesta y ponderó la unidad.

El líder del PRI dejó en claro que no habrá consulta a la base —lo sugirió, pues— y anunció que Luis Antonio Godina preparará un documento programático en treinta días porque antes que el candidato importa el proyecto de gobierno en Puebla.

En otras palabras:

“Primero el programa, después el Hombre”.

(El 23 de septiembre del 75, en vísperas de que Echeverría eligiera como candidato a Los Pinos a López Portillo, don Jesús Reyes Heroles, presidente del CEN del PRI, dijo estas palabras en el cine Variedades ante varios aspirantes. 24 horas después fue relevado por Porfirio Muñoz Ledo y por dedazo surgió el candidato: el Hombre: el Prohombre).

Ochoa Reza también les dejó en claro que el presidente Peña Nieto no negociará nada que perjudique a los priistas: “Que se acabe el mito de que en Puebla hay acuerdos bajo el agua. No hay acuerdos con Moreno Valle”.

Todos se miraron entre sí y un signo —enorme— de interrogación surgió de las cincuenta cabezas.

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