
La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
La de 1988 fue la primera elección federal en la que los resultados se pegaban en las casillas a la vista de todos.
Quien esto escribe conducía un noticiero diario en la XENG de Huauchinango, Puebla, llamado “Tiempos modernos”.
El 6 de julio transmitimos cada hora desde las 8 de la mañana con un puñado de jóvenes que se dedicaba a las más diversas actividades.
Unos estudiaban ingeniería, otros querían ser periodistas.
Cuando las casillas cerraron, ellos esperaron pacientemente a que los funcionarios electorales colocaran las sábanas con los resultados.
Vía telefónica empezamos a concentrar los datos.
Nuestros espontáneos corresponsales abarcaban prácticamente todo el distrito 1, con cabecera en Huauchinango.
Dos cosas llamaron nuestra atención —y así lo hicimos público en la larga transmisión nocturna—: que en las zonas petroleras había ganado ampliamente Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Frente Democrático Nacional, y que en la sierra colindante con Veracruz pasaba lo mismo.
Nos fuimos a dormir con la declaración de Manuel Bartlett en el sentido de que se había caído el sistema de cómputo de la elección.
Al día siguiente, antes de que Jorge de la Vega Domínguez, presidente del CEN del PRI, diera el albazo a nivel nacional y anunciara el triunfo de Carlos Salinas de Gortari, nuestro equipo volvió a transmitir el programa especial.
El licenciado Marcos Rafael Rojano, gerente de la estación, aceptó encantado.
De entrada dije, con las cifras en la mano, que en el Distrito 1 había ganado Cárdenas y que los petroleros de la zona —muy numerosos en esa época— habían seguido la ruta marcada por Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, y Salvador Barragán Camacho, dirigentes del sindicato a nivel nacional.
Siempre aclaré que nuestras cifras provenían de las sabanas exhibidas en las casillas.
Al finalizar el programa empezaron los problemas.
Una llamada telefónica de la dirección general de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación alertó al licenciado Rojano.
Muy serio, muy preocupado, me dijo que le habían pedido que yo dejara de transmitir por haber adelantado resultados electorales —¡resultados electorales públicos!
Además nos esperaban tres días después en las instalaciones de RTC, ubicadas en los Estudios Churubusco.
—¿Ya no puedo hacer mi noticiero? —pregunté.
—Pues por lo pronto no —respondió el gerente.
Salimos a México el día marcado.
Ya en Churubusco, nos condujeron con el director de radio.
Nos recibió con una sonrisa:
—Tienes enemigos muy poderosos —me dijo.
—¿Quiénes? —pregunté.
(Mañana: la segunda parte).
