El término se entiende en las escuelas como la atención a las personas con una discapacidad; sin embargo, la intención va más allá
Plumas Ibero Puebla
Por Teresa Eugenia Brito Miranda
El nuevo modelo educativo plantea el tema de la inclusión en la escuela básica como una prioridad. Por ello es importante aclarar lo que significa y las repercusiones prácticas. Lo primero es considerar la inclusión como un horizonte que enseña a construir puentes.
El término “inclusión” se ha entendido en las escuelas como la atención a personas con discapacidad y a la diversidad en este sentido. Sin embargo, su intención va más allá.
Mencionamos distintos tipos de diversidad: puede referirse a las condiciones de los alumnos para el aprendizaje, a las dificultades para aprender asociadas a la falta de desarrollo de algunas funciones, las discapacidades cognitivas y físicas, a las diferencias individuales, a la facilidad de desarrollo de habilidades de distinto tipo, ritmos de trabajo y condiciones afectivas, entre otras. También se considera parte de la diversidad a las condiciones del contexto de cada alumno y profesor, como las sociales, culturales y económicas; las diferencias religiosas, de género, raciales, de lengua y algo que parece bastante obvio, pero no lo es: las diferencias en el modo de pensar resultado de las anteriores.
La “integración” es otro término que se confunde con la inclusión. Ella se refiere a integrar a la persona con condiciones distintas al grupo de los alumnos “regulares” para que éstos aporten beneficios. Aquí no se valora la condición del alumno para el aprendizaje del grupo. Parte de que este alumno pueda adaptarse al resto de los compañeros presuponiendo que en ellos está lo valioso.

El grupo no aprende de esta condición. La inclusión, en cambio, demanda un cambio en todos y el beneficio es para la totalidad.
La educación especial se asocia también con la inclusión, ya que considera de fondo la diferencia como punto de partida y a veces se entiende como exclusión y discriminación. Esa es una discusión importante que pone en la mesa el tema de la diferencia, la igualdad, la equidad y condiciones en las que se da el derecho a la educación. No es una discusión menor pues trata de atender condiciones muy difíciles desde la realidad de nuestras escuelas, con condiciones físicas, prácticas y de formación docente que difícilmente están preparadas. Cabe preguntar si se ha evaluado consistentemente el funcionamiento de las unidades que apoyan a las escuelas en la atención a alumnos con discapacidades y otras condiciones, que además han cambiado de perspectiva por decreto y burocracia, ya que su funcionamiento es cuestionable.
La inclusión es una perspectiva que implica a todos y es su responsabilidad irla construyendo. Es un horizonte. No es algo que se da una sola vez. Implica mirarnos de otra manera. En ella todos somos valiosos y tenemos algo que aportar a los demás.
La escuela ofrece espacios para aprender la inclusión y hay que tomarlos conscientemente. En ella se comparte la vida diaria en distintas edades, cada una con intereses similares. Aprenden a compartir espacios, turnos, compañeros, profesores, experiencias, amistades, logros, conflictos y la construcción de acuerdos.
Se aprende a convivir. Valorar la riqueza de las diferencias en la convivencia como oportunidad para aprender de todos es inclusión.

El trabajo en el aula es complicado, ¿cómo hacen los docentes para atender las diferencias individuales cuando hay que atender al grupo? Esa es una de tantas tensiones que enfrentan todos los días los profesores y muestran la necesidad de preparación requerida en el tema.
La inclusión puede ayudar a resolver esa tensión. Implica arriesgar la práctica docente, observar de otro modo lo que hacemos en el aula y pensar cómo aprovechar su diversidad; planear de manera distinta, considerar las fortalezas de algunos para apoyar en las dificultades de otros. No todos tienen que seguir un solo ritmo, o hacer las mismas actividades a un tiempo. Todos los alumnos son corresponsables en la vida práctica del aula.
Desde la gestión educativa se requiere confiar en profesores y alumnos, dejar de insistir en la cantidad de temas irrelevantes para la vida y escuchar sus preocupaciones. Disminuir la burocracia de formatos y comprobación de evidencias que nadie vuelve a ver, ya que eso es una simulación que pone muros.
¿Cómo hacemos para caber todos en el aula, cuidarnos, acompañar los aprendizajes de todos haciendo de la diversidad una oportunidad para construir puentes y significados comunes?
Ello es tarea de todos.
