Disiento
Por Pedro Gutiérrez / @pedropanista
Una cosa es el sentido de oportunidad —válido en todos los ámbitos de la vida, en lo personal, familiar y profesional— y otra muy distinta es el oportunismo. Cuando algo o alguien se atraviesa para sacar la mayor ventaja posible de una situación, aprovechándose de circunstancias de tiempo, modo y lugar, a ese algo o alguien se le llama, justamente, oportunista. Y si en un diccionario político local buscáramos el significado de oportunismo político, podríamos hallar como sinónimo de la palabreja el vocablo Morena y como ejemplos circundantes a Luis Miguel Barbosa, Alejandro Armenta y Fernando Manzanilla.
En efecto, ante la supuesta ola que favorece al populismo trasnochado en México representado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), muchos suponen con singular alegría que el boleto seguro a la felicidad político-electoral del próximo año es el partido que dirige. Integrado básicamente por ex priistas que añoran las políticas estatistas de la época de Luis Echeverría, Morena es el mayor peligro para México, más aún en manos de un verdadero loco como López Obrador. En Puebla, la ola de los oportunistas es el prototipo de políticos que carecen de estructura pero venden bien los proyectos, mismos que les ha comprado AMLO con base en la estrategia de pescar cualquier cosa, ya sea un simple semoviente o auténticos muertos en vida —políticamente hablando—. No olvidemos que en el oportunismo poblano adicto a Andrés Manuel López Obrador también ubicamos a Manuel Bartlett, el cadáver político más visible del rancio sistema que quiere de regreso Morena para el país.
El oportunista llamado Alejandro Armenta se ha prohijado una fama de político rijoso, cuyo mediano éxito estriba en pregonar y vociferar que es dueño de la estructura de origen priista que hará ganar en el estado a Morena. Cierto es que pueda existir, pero no debe escapar al conocimiento de los poblanos que la estructura de Armenta es la de Mario Marín, ese nefasto ex gobernador que jamás olvidaremos los poblanos. Efectivamente, no podemos soslayar que Armenta fue un alto funcionario del Góber precioso.
