Disiento
Por Pedro Gutiérrez / @pedropanista
El PAN nació como “una organización de todos aquellos que sin prejuicios, resentimientos ni apetitos personales, quieren hacer valer en la vida pública su convicción en una causa clara, definida, coincidente con la naturaleza real de la nación y conforme con la dignidad de la persona humana”. Así lo consigna la histórica pancarta que atestiguó en 1939 la fundación de Acción Nacional, en un evento encabezado por ese gran personaje de nombre Manuel Gómez Morín.
El tema viene a cuento por la postura esencialmente contradictoria a esa frase fundacional encabezada por quienes se dicen dueños y amos de la pureza de la sangre azul en Puebla: lo mismo ex dirigentes partidistas que altos funcionarios de gobiernos emanados del blanquiazul, hay un puñado de miembros del PAN –quienes se pueden contar casi con los dedos de una mano, por cierto– que cotidianamente van contra el enunciado arriba señalado.
En efecto, con prejuicios, resentimiento y apetitos meramente personales, los protagonistas de esta historia no abonan al partido y, por el contrario, pretenden demeritar la necesaria unidad que requiere toda entidad política.
Hace unos días concluyó exitosamente en Puebla el proceso de refrendo de militantes en el PAN. Más de 23 mil panistas confirmaron el ánimo de seguir participando en el partido en la entidad. Varios líderes en el estado, encabezados por la dirigencia estatal que presiden Jesús Giles y Martha Erika Alonso, invitamos a los panistas para que voluntariamente acudieran a los comités municipales a lo largo y ancho del territorio y realizaran su proceso de refrendo. Lo mismo pudieron haber hecho otros liderazgos que se dicen históricos, pero en vez de eso prefirieron salir a los medios de comunicación para denunciar supuestas anomalías en el proceso.
- ••
Lo último que necesita el PAN en el país y el estado son militantes que piensan que la institución es un asunto de castas o privilegios. Encerrados en una visión obtusa y hasta oscurantista, algunos panistas que se dicen de viejo cuño se resisten al hecho actual de no ser los beneficiarios de las posiciones y candidaturas a las que se acostumbraron por lustros. Efectivamente, cuales émulos del PRI –al que siempre criticamos tanto–, preferían el dedazo embozado en convenciones que a veces eran sólo la herramienta de legitimación para que siempre quedaran los mismos dirigentes y candidatos.
Cuando un panista que no pertenecía a ese clan ultraconservador se colaba en alguna candidatura, la nota se volvía de ocho columnas. Era el PAN, al menos en Puebla, una dictadura perfecta.
- ••
Autodenominarse panistas tradicionales es, de suyo, discriminatorio. Al hacerlo, pareciera que nos dividen en clases sociales o estamentos. Panistas somos todos, y no importa ni debe ser relevante si al PAN ingresamos antes del 2000, o a partir del llamada efecto Fox o con la importante ola paredista a principios del siglo XXI o recientemente con el fundamental arribo al poder estatal de Rafael Moreno Valle.
- ••
Puebla se erige, desde el ejercicio del refrendo, como la tercera entidad de la república con más panistas en el padrón interno y eso hay que celebrarlo. Decir lo contrario es seguir pensando que con declaraciones de cafecito en el Royalty proferidas por un club de amigos –antes enemigos, por cierto– se pueden cambiar las cosas.
Lo que necesitamos es participar y asumir que aún en la contienda interna, pudiendo ganar o perder, todos tenemos los mismos derechos y libertades para construir desde el PAN la patria ordenada y generosa que anhelamos.
