La Loca de la Familia

Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia 

Hay que entenderlos, mano… pasaron su niñez pateando un balón. Tirando de la playera del contrincante. Practicando chutadas hacia la red. Su adolescencia fue igual: más pelotas. Ha sido el único contacto con lo que se pudiera parecer a un globo terráqueo. Estoy segura que si alguna vez vieron uno, se les antojó bajarlo de su base para tundirlo con el pie. Pasa igual con los chavos que quieren ser cantantes de boy-bands: pierden el tiempo empalmando sus nada viriles voces sobre las voces ya sintetizadas de otros chicos nada viriles que ya han sido grabados y sodomizados por la industria y por quién sabe qué productor.

Los futbolistas, como los chicos de las boy-bands, no estudiaron nunca nada. Y deja tú que no hayan ido a la escuela, porque sabemos que se puede aprender mejor fuera de ella. La cosa es que su obsesión por el balón siempre estuvo íntimamente ligada con un hambre de fama pantagruélica. Los futbolistas profesionales son voraces, al igual que las estrellas efímeras del espectáculo televisivo. Son muy parecidos. Ambos, cuando llegan a destacar, venden su única habilidad a trasnacionales que los utilizan como anuncios ambulantes. Al mismo tiempo se vuelven imanes para las mujeres, cosa que no pasaría si fueran parte de la working class que se chinga y sufre todos los días. Imagino a un Pavel Pardo, a un Jorge Campos o a un Cuauhtémoc Blanco sin sus respectivas famas; sus ex novias: Ana La Salvia, Daniela Castro y Galilea Montijo los hubieran confundido con algún “viene-viene” del súper. Igual y Rafa Márquez no hubiera corrido con esa suerte porque por decirlo de alguna manera está mono el muchacho. Pero acá lo importante es que saberle pegar al balón los hinchó de lana. Proporciones guardadas, es el mismo caso de Maradona, Dios de todos los hinchas alevosos que existen en el mundo. Sólo Pelé, y ahora Messi, lo eclipsan. Sin embargo, ¿quién es Maradona sin sus patas de pony? Un drogón vulgar que se cree muy revolucionario. Ahora sale con la mamarrachada de apoyar a Maduro. El chaparrito quiere volver a dar la nota porque simplemente su época dorada acabó. Malditas drogas…

Yo creo que el mayor éxito en la vida de Rafa Márquez fue bajarle la mujer a Alejandro Sanz. Y no creo que se la haya bajado porque sea mejor que el español, más bien creo que  Jaydy Michel se cansó de acompañar a Sanz a sus rehabilitaciones. Aparte el Rafa es paisa, y siempre, aunque no queramos, nos invade un poco el Jamaicón, ¿verdad?

La vida activa de los futbolistas es relativamente corta. Si no se ponen pila, las marcas dejan de interesarse en ellos. Finalmente ningún chavo quiere comprar unos tacos de fut cuando esos tacos de fut lo va a hacer perder como pierden siempre los inútiles de la selección mexicana. Para eso es mejor comprarse los tacos que anuncian los chingones: Messi, Neymar, Ronaldo…

Luego entonces, los futbolistas se acaban su lana en viejas, viajes, briagas, drogas y todos esos divertimentos que no requieren que el sujeto en cuestión tenga más de dos dedos de frente.

¿Qué pasa con los futbolistas retirados en la actualidad? O se vuelven directores técnicos o comentaristas o empresarios o dealers o vedettes (como Maradona) o empresarios “de los otros”, es decir, los que puro “chaca chaca”, es decir, de los que les gusta el dinero fácil, es decir, lavadores de dinero.

Ante el escándalo de la posible participación de Rafa Márquez y Julión Álvarez en actividades delincuenciales, los fans de Rafa se rasgan las vestiduras porque ¡cómo un futbolista puede prestarse a esa clase de negocios que sobrevienen generalmente del narco! Simplemente no lo creen. Pero los menos fanatizados y más maliciosos sí que lo creen.

Que Julión Álvarez esté metido en esos bisnes no sorprende a nadie, ya que todos sabemos que esos guarros siempre están en un amasiato continuo con los criminales que se visten igualitos a ellos; ahí tenemos el caso más claro, el finado Joan Sebastian.

Esa falsa inocencia que ostenta la banda mexicana cuando le tocan a sus ídolos, no es más que el clavo ardiente al que se aferran frente a la jodidez generalizada del país.

Lo que sí es seguro es que los gringos no son tan tontos (como su presidente), y si ya le pusieron el ojo encima  a Rafita Márquez, es porque tiene cola que le pisen.

Y pues lo de Maradona ya no sorprende a nadie. Entre Maduro y él no hay a quién irle. A uno le canta el pajarito por sociópata y al otro le canta porque la coca le quemó el cerebro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *