La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

El senador Zoé Robledo, aspirante de Morena a la gubernatura de Chiapas, destapó la noche del miércoles a Enrique Cárdenas como candidato del partido de López Obrador a Casa Puebla.

Muy quitado de la pena, el hijo del gobernador más breve de ese estado —Eduardo Robledo, su padre, sólo estuvo al frente del gobierno dos meses seis días— le dijo lo siguiente a Yuriria Sierra —en un programa nocturno de Imagen Radio— cuando hablaban de las “particularidades” de cada estado del país en el contexto de las candidaturas:

“Veamos Puebla, por ejemplo, donde una persona externa que no tenía nada que ver —no estuvo ni siquiera valorada en el Consejo Estatal de Morena—surge como una candidatura de la sociedad civil: Enrique Cárdenas”.

¿Qué le dirán al diputado federal Alejandro Armenta?

¿Cómo le explicarán que mientras él ha cruzado los pantanos de Morena en busca de la candidatura hay otro que sin despeinarse ya es el virtual candidato de López Obrador?

Lo de Claudia Sheinbaum —tan indecoroso como fue— tuvo más asepsia.

Primero fue el propio Cárdenas el que se destapó diciendo que AMLO le había ofrecido la candidatura y que —faltaba más—la aceptaría.

Luego vino la baja —pactada— del proceso del senador Miguel Barbosa.

Ahora viene Robledo a confirmar lo que todos sabemos.

Cárdenas es un académico que llegó a la Rectoría de la UDLAP gracias a un cuartelazo ordenado por su jefe Manuel Espinosa Yglesias, quien, en su momento, fue operador de confianza de Maximino Ávila Camacho.

En el tema académico es un intelectual probado.

Su estudio sobre movilidad social es un clásico actual de necesaria lectura.

La tesis del libro es ésta:

“La desigualdad de oportunidades de origen se traduce en la desigualdad de logros de una generación, la cual a su vez se traduce en la desigualdad de oportunidades de origen de la siguiente generación”.

En efecto: en México, quien nace pobre le heredará la pobreza a sus hijos y hasta a sus nietos.

Pocos son los que escapan a este círculo vicioso.

Perfecto.

Morena ya tiene un candidato ciudadano, académico, serio.

¿Eso basta para ganar la gubernatura?

¿Cómo conectará el discurso del economista en las zonas donde la baja movilidad social no alcanza para entender términos como “déficit fiscal”, “balanza de pagos” y “cambios estructurales?”.

Imagino al doctor Cárdenas hablándoles a los habitantes de la Mixteca o a los de la Sierra Norte.

¿Cambiará de estrategia verbal y recurrirá al lenguaje populista que tanto detesta?

Fernando Manzanilla es quien lo viene llevando y trayendo.

Su interés no es inocente.

Tiene patas.

Y patas muy gordas.

Patas que podrían aplastar a Cárdenas, quien en las primeras entrevistas ha demostrado que es dueño de una inocencia política notable.

Otro inocente —Gabriel Hinojosa— ya se sumó al club de los cardenistas con todo lo que eso implica.

La aritmética no miente:

Un inocente más otro inocente más un despechado es igual a focos rojos.

Cárdenas, además, no conecta con los priistas, quienes seguramente apoyarán a Enrique Doger, otro ex rector aunque de la BUAP.

El mercado del economista son las tribus de Morena —quienes lo mismo hablan en sus asambleas de Marx, Lenin, el Materialismo Dialéctico y Lucio Cabañas—, los yunques arribistas que sólo quieren hacer negocios y una parte mínima de la sociedad civil que si amanece nublado no sale a votar.

Quien sí garantizaría un voto realmente útil es uno de los desplazados por este dedazo tan anticipado: Alejandro Armenta.

Su mercado es más amplio e incluye a las citadas tribus nómadas de Morena —dignas de un estudio antropológico—, a cierto sector de la sociedad civil —cada vez más incivilizada en las redes sociales— y al PRI.

Vea el hipócrita lector:

Armenta podría quebrar al PRI por dentro, pues tiene la ventaja de haber sido alcalde de Acatzingo, diputado local, diputado federal, director del DIF, secretario de Desarrollo Social y presidente del PRI.

Conoce, de entrada, los liderazgos locales de cada pueblo del estado, cosa que no se aprende en una campaña.

Buen alumno de Melquiades Morales —no hay político poblano que no haya aprendido de él— y de Mario Marín —el operador, no el gobernante—, Armenta ha comido en las mesas más humildes del estado y hasta se ha tomado sus pulquitos y sus aguardientes con los condenados de la tierra.

En un escenario de alta competencia entre los candidatos del PAN y Morena, con el consiguiente rezago del abanderado del PRI, las bases de este partido no tendrían dudas sobre a quién entregarle su voto.

Con Cárdenas no habría esa opción.

Y menos siendo rehén de Manzanilla y de su rencor vivo.

Pero todo esto es pura especulación, una vez que el candidato de López Obrador es Enrique Cárdenas.

Las encuestas lo harán ganar a como dé lugar pisando dignidades y trayectorias.

La receta ya fue probada en la Ciudad de México y se llama Método Sheinbaum de Imposición de Candidatos.

La duda que mata es qué hará Alejandro Armenta si la candidatura al Senado también ya tiene dueño: Fernando Manzanilla.

Cuando menos es lo que éste presume en todas las mesas.

¿Se conformará Armenta con una modesta diputación local?

¿Se someterá al subcomandante López Obrador?

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