La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Muchos somos los que pensamos que Juan Carlos Lastiri es un cadáver en la puja por Casa Puebla.

Decimos —oh, sí— que el subsecretario de la SEDATU sólo será candidato si Miguel Ángel Osorio Chong se convierte en el abanderado —horrible palabra— del PRI —horribles siglas— a Los Pinos —horrible connotación.

Tan sesudos analistas —me incluyo en primer lugar— olvidamos que un muy querido tío de Juan Carlos es excelentísimo amigo de Dionisio Meade, padre del secretario de Hacienda y Crédito Público.

En efecto.

Don Miguel Quirós Pérez, uno de los poblanos más brillantes —a quien sólo le faltó ser gobernador de Casa Puebla—, mantuvo un gran nivel de relaciones con personajes de dos mundos:

El político y el judicial.

Como buen abogado —doblado de un político de primer nivel—, don Miguel supo relacionarse con personajes como Dionisio Meade, padre de José Antonio Meade, secretario de Hacienda y primerísimo precandidato del PRI a Los Pinos.

Esa gran amistad sigue tan vigente que ha sido trasladada a Pepe Meade —así le llaman sus amigos—  y Juan Carlos Lastiri.

Esta trama, faltaba más, rompe los mitos geniales que hablan de que Lastiri sólo será el candidato del PRI a Casa Puebla si Miguel Ángel Osorio Chong logra mantener cerrados los celebérrimos candados.

Lastiri está jugando en dos bandas.

Dos autopistas que llevan al mismo sitio.

Quizá eso explique su sonrisa.

 

 

Luza Esparza y la Fórmula del Éxito. Se llama Luza Esparza y es vicepresidenta de los Lobos de la BUAP: ese equipo que está en primer lugar de la Primera A gracias a un tema de disciplina y pasión.

¿O cómo se logran los éxitos hoy y siempre?

Luza es hija del rector Alfonso Esparza, y eso es suficiente para que algunos la descalifiquen.

Ya los conocemos:

Son los amargados de siempre que le apuestan —siempre, inevitablemente— al fracaso de los otros.

A sus 27 años, Luza ya les demostró a los sabiondos del fútbol cómo se hacen equipos ganadores.

La fórmula es sencilla:

Pasión, disciplinas y mucho rigor.

Sólo así se explica el manotazo en la mesa que culminó con la expulsión de un jugador colombiano que confundió la o con lo redondo.

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