
La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
Procedo a responder la carta aclaratoria de Alejandro Martínez Mozo, mejor conocido como “El Chicharito”.
Empiezo por el punto central.
Vea el hipócrita lector:
“1.- No tengo amistad ni cercanía con Gustavo Garmendia Palomino, como usted afirma en su columna. En la administración municipal nuestras áreas ni siquiera se entrelazaban.
“2. En consecuencia no tengo ninguna sociedad o complicidad con la persona que usted menciona. La única prueba que usted ofrece de estas acusaciones es una columna de otro periodista basada en dichos de otras personas”.
De entrada, miente.
Garmendia y El Chicharito eran amigos antes de ingresar —ambos— a la campaña de Leo Paisano.
De hecho, el segundo invitó al primero a sumarse luego de que Jorge Hernández, fiscal de la iglesia de la colonia Emiliano Zapata —quien trabajaba con Arturo Martínez, padre del Chicharito—, lo conminara a sumarse.
Los dos amigos —aspirantes a Mirreyes— se encontraban desempleados y vieron en la campaña la ocasión propicia para hacer dinero.
El padre de Garmendia, del mismo nombre que él, organizó varias comidas en su casa de La Vista para cobijar a Leo, quien creyó en la buena fe de sus “benefactores”.
En ese tiempo, Garmendia hijo y el Chicharito eran vecinos en el lujoso fraccionamiento.
De manera conjunta, los falsos Mirreyes aportan dos millones de pesos.
No entregaron sus aportaciones en una sola exhibición.
Lo fueron haciendo poco a poco.
Por goteo.
Una fuente cercana a ellos jura que también involucraron a otros empresarios en la “inversión”.
A Sergio Patiño, también vecino de La Vista, le pidieron 700 mil pesos.
Ese dinero lo sumaron —faltaba más— a su aportación prometida.
Quienes hacen este tipo de actividades no sólo son amigos.
Son también, faltaba menos, socios y cómplices.
Que El Chicharito se deslinde de Garmendia ahora que está en desgracia habla muy mal de él.
Una vez que Leo ganó las elecciones arrolladoramente, y siempre gracias a sus propios méritos, los dos amigos pidieron sus cuotas.
Garmendia quería ser el titular de Obras Públicas y Martínez Mozo el tesorero.
Ninguno cumplió el perfil.
Vino entonces su doble premio de consolación:
Garmendia fue enviado a Desarrollo Urbano y éste a su vez logró colar al Chicharito a la Secretaría Particular del alcalde de “Saint Andrew”, como el multicitado Garmendia llamaba a San Andrés Cholula.
Otra de sus audacias fue hacer una “vaquita” para comprar a los regidores, una vez que pretendían armar el Gabinete.
Hay otras historias de terror en la que ambos participaron además de los jugosos negocios relacionados con los que ya he narrado en anteriores reportajes:
La del Casino Baviera, la de algunas amenazas proferidas en la propia oficina del alcalde y su constitución como proveedores del ayuntamiento.
Vea el hipócrita lector:
Todo vendían:
Playeras, uniformes con estampados, productos de limpieza.
¿Dónde quedó la amistad?
Como prueba de su Mirreinato, y en plenos días de vino y rosas, ambos se compraron —me asegura otra fuente cercana a ellos— sendas Land Rover blancas.
Cierro con el punto número 5 de su carta aclaratoria:
“5. Hago votos por una buena relación con usted, pues mi principal compromiso es con la libertad de expresión y el derecho de los periodistas a expresarse, así como lo ciudadanos implicados en columnas y reportajes tenemos derecho a este tipo de aclaraciones en un marco de respeto y fraternidad”.
Coincido con él.
Sobre todo en los temas de la libertad de expresión y el derecho de los periodistas a buscar en los basureros de la administración pública los abusos de muchos funcionarios que se han enriquecido brutalmente.
Y como Martínez Mozo está siendo apoyado en sus ambiciones políticas para ser alcalde de Saint Andrew por Gabriel Biestro, dirigente de MORENA, y el diputado Rodrigo Abdala de Bartlett, es más que oportuno aclarar paradas y sentadas.
Es cuanto.
