Por Denisse Meza y Osvaldo Valencia
A una semana de la detención de Othón Muñoz Bravo, empresario gasolinero, por presuntos vínculos con Antonio Martínez Flores, líder huachicolero, tres de sus negocios fueron cerrados y aunque su rostro es conocido en todo el país, en sus propiedades y con sus trabajadores no se hace escuchar su nombre.
Lo único que quedó de los supuestos vínculos con la venta de combustible ilícito está en un predio aledaño a uno de los negocios que no ha sido clausurado y que se ubica en la colonia Santa Catarina, en el Periférico Ecológico; son unos sellos pegados en el zaguán de una bodega frente al establecimiento, donde –dicen los vecinos– policías encontraron la gasolina robada en un contenedor.

Para llegar ahí debes tomar la carretera que te conduce al Centro de Reinserción Social de San Miguel, pasar por un edificio del Poder Judicial de la Nación y en la salida al Periférico Ecológico se encuentra.
Los trabajadores que operan ahí desde hace dos años y medio que se construyó, ante el temor de los vecinos de representar una bomba de tiempo, mencionan que el huachicol no le ha pegado a las ventas, pues con los operativos este delito ha disminuido.
A lo único que le temen es a la gasolinera que están construyendo a unos metros de la suya, pues es posible que les quite clientes y esas ganancias que han presentado en los últimos meses disminuyan.
Una mujer, propietaria de un negocio cercano a la surtidora de combustible menciona que el dueño visitaba la zona, “un hombre güero y alto”, hasta que les encontraron la gasolina en la bodega ocasionando la clausura de ésta.
El lunes 28 de agosto, por no cumplir con las medidas en materia de Protección Civil, entre ellas contra incendios, cerraron las gasolineras ubicadas en la Diagonal Defensores de la República, Cuautinchan y San Francisco Totimehuacán.
Días antes, los empleados que laboraban ahí no podían decir una palabra del tema. En Totimehuacán, en la estación ubicada en la orilla del bulevar Capitán Carlos Camacho Espíritu, se constató que ellos no tenían permitido hablar de él o cualquier otro aspecto de la empresa.
“No te podemos dar información de nada porque desde que entramos a trabajar te prohíben hablar con cualquiera que no sea parte de la empresa”, comentó un trabajador que pidió el anonimato.

La estación, que se promociona bajo el nombre comercial de Rinde Max, aunque no esté en el registro de comercio de la Secretaría de Economía, se instaló en la zona desde hace dos años y medio, y aunque había una en la carretera, con el arribo de Othón llegaron otras tres.
“Si tuviéramos alguna queja contra él es que nos quitó un 40% de la venta. Claro, ofrecen otras formas de pago que nosotros no, pero sí nos pegó un poco”, dice un despachador de la primera estación plantada en esa vía.
A kilómetros de ésta, se encuentra el negocio ubicado en la Diagonal Defensores de la República, a lado del tianguis de automóviles La Ciénega. Ahí las empleadas también dicen desconocer al empresario gasolinero. “Si viniera por acá no reconocería ni su rostro”, dice.
Ella, quien también pide se omita su nombre, asegura que desde la gerencia de la estación no les han dado información de lo sucedido en días pasados con el dueño. Lo que sí les pidieron fue no dar informes sobre cómo va la venta en esa zona a personas ajenas al negocio.
Mientras trabajadores del tianguis señalan nunca haber escuchado de Othón: “Muchos de los que vienen al tianguis pasan a la estación que está aquí junto para lavar sus carros antes de ofrecerlos. La verdad nunca escuchamos de ese señor o de que hubiera broncas porque pusieran una estación. Para mí que estaba apalabrado con el gobierno”.
La última estación clausurada se encuentra en una zona de paso, en la carretera federal a Cuautinchan y era la única que distribuía en toda esa zona, por lo que gente de poblados aledaños debía acudir a ella.
Hace unos días, las trabajadoras no paraban por la cantidad de autos y autobuses que arribaban, uno tras otro. “Algunas personas tienen que comprar combustible extra para poder venderlo en sus casas, porque más para allá no hay otra”, dice una de ellas con nerviosismo.

Las empleadas no se muestran dispuestas a hablar, pero una de ellas se anima y con discreción, mientras carga de combustible a un auto explica que se construyó hace tres años y desde hace 15 días las ventas se “han disparado, no tanto como antes del gasolinazo pero sí ha aumentado”.
Aquí tampoco se escucha el nombre de El Cachetes; no menciona a un jefe ni a un administrador, nadie sabe que el dueño ahora está vinculado a proceso por posesión de armas, drogas y vehículos blindados ni que fue señalado como líder huachicolero.

