Intentan maximizar el tema del espionaje

Sabedores de que la difusión de una nueva denuncia por espionaje en contra del morenovallismo resultaría poco viable para que la Procuraduría General de la República iniciara una investigación de fondo y se castigue a los responsables, Fernando Manzanilla y compañía tienen como objetivo real que dicho escándalo –muy morboso y bien pensado en función de incluir a gente del gabinete federal– se convierta en un conflicto político que termine por rebotar en Puebla. Lo que pretenden es pegarle al morenovallismo e intentar manchar la imagen de Martha Erika Alonso. Esa es la razón y dudamos que logren conseguirlo. ¿Será?

 

El Yunque en problemas

Desesperados, los santos barones de la ultraderecha poblana, congregados en la Organización Nacional del Yunque, saben que cada día que pasa pierden más espacio al interior del panismo nacional. Su candidata Margarita Zavala de Calderón nomás no logra cuajar sus aspiraciones y su aliado temporal Ricardo Anaya Cortés se encuentra en un fuego cruzado con el gobierno federal por una serie de acuerdos incumplidos que terminaron por rebotar en el escándalo por la fortuna que amasó junto con su familia. ¿Será?

 

Armenta y su soledad

Alejandro Armenta Mier sabe que está a un paso de que su futuro político sufra la peor descalabrada desde que el marinismo –al que perteneció y militó con suma adicción– fue vapuleado en 2010. El mensaje de la Ciudad de México parece que todavía no lo ha entendido: Ricardo Monreal Ávila era, para muchos, el mejor candidato, pero AMLO optó por un perfil ciudadano como el de Claudia Sheinbaum. En Puebla será igual: Armenta podrá tener su estructura y ser el mejor candidato de Morena, pero el perfil ya está cantado: Enrique Cárdenas es el que quiere El Cacique. ¿Será?

 

 

De pena ajena

Hace unos días se dieron a conocer los resultados de la más reciente encuesta de la empresa Parametría en la entidad poblana. Lo penoso del asunto es que en el caso del PRI, el subsecretario federal Juan Carlos Lastiri Quirós sumó sólo 2% de las simpatías de la población abierta y 5% en el caso de los militantes priistas que lo ven con buenos ojos. El resultado no sólo es patético debido a los millones de pesos que ha derrochado en su imagen y posicionamiento. Peor aún, su compañera, la senadora Lucero Saldaña tiene el mismo porcentaje y sin gastar siquiera un solo peso. ¿Será?

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