A una semana del temblor que sacudió la ciudad, los ambulantes intentan retomar sus actividades ante el temor y los recuerdos del 19 de septiembre

Por: Osvaldo Valencia
Foto: Archivo

El Corredor Comercial de la 12 Poniente-Oriente no se detiene aunque se vive bajo una sombra de muerte y miedo.

Así lo comenta Carlos Vázquez, un vendedor de ropa que considera la semana pasada como una "semana muerta" en cuanto a ingresos económicos.

“El temblor si se sintió fuerte, pero como no estamos acostumbrados a que pasen tan cerca, pues hubo mucho pánico”, dice, aún con los nervios alterados.

A Carlos el temblor lo agarró en la esquina de la 12 Oriente y la avenida 5 de Mayo. Vio de cerca como la fachada de uno de los edificios comenzó a desprenderse, y le quitó la vida a un peatón.

Desde la tarde del 19 de septiembre el Corredor quedó sólo con pedazos de escombros y polvo de piedra. Sin ambulantes, ni compradores.

Fue hasta el viernes que él y la gran mayoría de sus compañeros decidieron intentar regresar a sus vidas, pero la soledad de las calles siniestradas con anterioridad sólo les dejó el 20 % de las ventas.

“Se siente temor porque el problema fue acá. Trabajamos, sí, pero con miedo”, dice Carlos.

Para Javier Vergara la suerte lo siguió el martes pasado.

Por su lugar de trabajo está en la otra esquina de la calle 12 Poniente, también en la 5 de Mayo.

Por alguna razón ocupó un lugar en el parque que está frente a su regular puesto de trabajo.

Esa tarde, parte del techo cayó justo en donde se instalaba. Ahora esa parte está acordonada por Protección Civil.

“Yo sólo estaba sentado en mi lugar mientras todo se movía. Cuando acabó de moverse todo, dejé mi puesto y fui a buscar a mi esposa a su trabajo, no me importó la mercancía, en ese momento sólo piensas en la familia”, dice el comerciante.

Ahora, después de la emergencia vuelve a su puesto en un parque donde otros compañeros solo ven pasar a la gente sin detenerse a preguntar precios.

“Ahorita masomenos hay movimiento, más que el fin de semana pasado, pero por lo mismo del sismo no hay venta”, comenta.

Calcula que tanto puede tardar tres semanas como tres meses en recuperar las ventas para los ambulantes, si bien les va.

Luis Zamora no supo de la conmoción que vivieron sus colegas en la tarde. Apenas iba para su puesto en la citada calle.

Lo único que sabe es que hubo un muerto en ese lugar. Y lo sabe por lo que le han contado sus compañeros y por las flores que dejaron como recuerdo.

“La gente ve el ‘altar’, se detiene unos segundos, lee lo que está escrito y sigue su camino, no se detiene con nosotros para preguntar precios”, dice entre el sonido ahogado de la música de un estéreo.

Estos días en el Corredor los ambulantes sólo hacen acto de presencia testimonial en un lugar tocado por la fuerza de la tierra.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *