Disiento
Por Pedro Gutiérrez / @pedropanista
Este 2017 conmemoramos 196 años de la consumación de la lucha que nos independizó de España, gracias a la reconciliación nacional que encabezó Agustín de Iturbide, junto con varios insurgentes, que depusieron las armas para negociar la Independencia, entre ellos el más destacado fue Vicente Guerrero.
Nos referiremos en este espacio a la relación que tuvo Iturbide con nuestra querida Puebla, ciudad en la que sucedieron diferentes episodios relevantes que estuvieron vinculados con la consumación de la Independencia:
Iturbide mandó a imprimir el Plan de Iguala, con el cual se proclamó la emancipación nacional en una imprenta de la ciudad, propiedad de don Joaquín Furlong, donde se tiraba el famoso periódico La abeja poblana de don Juan Nepomuceno Troncoso Bueno; estuvo ubicada en lo que hoy es la esquina de la 3 Sur y la 11 Poniente (escuela Gabino Barreda).
La abeja poblana fue precisamente el medio por el cual se distribuyó el antedicho Plan de Iguala el 1 de marzo de 1821.
Como jefe de las tropas que habían impulsado el Plan de Iguala, Iturbide mandó a Nicolás Bravo el 17 de julio de 1821 a celebrar un armisticio con el comandante de Puebla, Ciriaco del Llano. Y el 28 de julio, después de la llegada de Iturbide a la ciudad como Primer Jefe del Ejército Imperial de las Tres Garantías, se firmó la capitulación, donde señalaban que las fuerzas españolas evacuarían Puebla para embarcarse hacia su país.
El domingo 5 de agosto de 1821, en la capital poblana juró la Independencia incluso antes que en la Ciudad de México. En las casas del Cabildo, delante de un altar con el Crucificado, recibió Iturbide el juramento del primer alcalde Carlos García, preguntándole: “¿Jura Vuestra Señoría a Dios y por los Santos Evangelios estar por la Independencia del Imperio Mexicano bajo el plan leído, observar la religión católica apostólica romana sin mezcla ni tolerancia de otra alguna, sostener en todo la sola unión íntima entre americanos y europeos?”. Habiendo tomado el alcalde el juramento a los regidores, Iturbide se asomó a los balcones que caían a la Plaza Pública, se leyó el plan y se tomó el juramento al público. La misma ceremonia se repitió desde los balcones del Palacio Episcopal y del Colegio del Espíritu Santo, aquí en Puebla.
Honrar a los hombres y mujeres que hicieron algo por nuestra patria es un asunto de justicia. Iturbide vio en Puebla el lugar para imprimir y publicar el Plan de Iguala y juramentar la independencia, lo que hizo desde los balcones de los Portales de la ciudad y todo ello antes de su entrada triunfal a México. Al final, los grandes hombres de nuestra patria como Iturbide o Juárez, antes que héroes, fueron hombres con virtudes y defectos, aciertos y errores. A todos hay que reconocerlos porque sin ellos no seríamos una nación. Por ello, el Cabildo de Puebla en 1851 honró la memoria del libertador designando al antiguo Portal de Mercaderes con el nombre de Iturbide, nombre que mantiene hasta hoy a pesar del intento fallido de algunas logias de renombrarlo en la década de los 60 del siglo pasado, en plena efervescencia ideológica en Puebla.
