Figuraciones Mías

Por: Neftalí Coria / @neftalicoria 

Imposible no pensar en los demás, en los amigos que viven allá, en los conocidos de los que sabemos que se quedaron sin casa. Imposible no recordar y comparar la catástrofe de 1985. No se puede estar ajeno, ni puede uno no sentirse afectado e imposibilitado. Cada testimonio que escucho me lastima y sé que de nada sirvo en esta tragedia, que nada puedo hacer, que tampoco sabría qué hacer si voy de voluntario y también sé que hay los que dirán que aunque sea ayude con “algo”. ¿Cuál es la ayuda verdadera?, ¿De qué sirve un ciudadano de cualquier parte del país, sino para dar algo de dinero, unas botellas de agua, apenas algo, lo poco, lo mucho que tiene a su alcance y voluntad? Cuesta pensar por qué debemos dar algo y también es momento de apaciguar la conciencia con dar lo poco que se pueda, no se debe negar. Y también se teme que la ayuda no llegue, como es dado que suceda. Estamos ante una tragedia que no podemos explicar, ni entender, que nos rebasa y puede verse por todas partes la gravedad en las miradas de la gente que va y viene. En la mirada de todos llevamos la imagen de la desgracia.

Veo en la redes sociales, gente que dice tener buenas intenciones poniendo “me gusta”, compartiendo información, manifestándose contra una otra cosa, informando, previniendo, llorando, informando que se cayó su casa, diciendo que están bien, dando consejos, hablando y hablando fuerte, haciéndose solidarios con los que fueron alcanzados por la desgracia. Y mandan abrazos, ánimos, reclamos al gobierno, mentadas a los diputados, gritos contra las campañas, informes sobre el coscorrón merecido a Osorio Chong y aprovechan para criticar a López Obrador, a Peña Nieto, y dicen que todo esto está mal, que el gobierno ha cometido errores, que ha robado, que está compuesto por una turba de sátrapas, que Xochimilco parecía un bravo mar, y dicen que vieron a los ladrones llevándose una máquina en la colonia Roma, que hay aquellos rateros que se roban el agua, el dinero, las cosas de valor entre los escombros y que hubo un violador de Tlalpan que iban a linchar… todo dicen, todo retratan, todo filman, todo lo hacen evidente y hacen chistes de los diputados, de los perros, de las ratas, de las alimañas de todo también hacen chistes… y eso es, chistes, chistes, y más chistes que se pierden en un somero comentario, en un despotricamiento inútil, en un levantón de puño ridículo y los vivas a México y los dichos vacuos de que somos fuertes, que somos cabrones, que nada puede vencernos… Y no es cierto, eso solo se dice en el estado del feiz o en los 140 caracteres del tuiter, porque no fuimos capaces de ir a cerrarle el hocico a televisa con su imperdonable invento de la niña que inventaron durante tantas horas en acuerdo con los militares, y no es cierto que estamos unidos porque no hubo un grupo de indignados que fuera a romperles las cámaras y la boca a esos cabrones que engañan, que mienten y con ello se burlan del país. Y si de verdad fuéramos lo que se dice en las redes que somos, entonces deberíamos ir, echar puertas abajo e impedir lo que impedir decimos querer. Y entonces basta de palabras y basta de flores al aire en las redes sociales, que también tienen su lado peligroso y que permiten la vigilancia del poder hasta la radiografía, con la que nos entienden perfectamente, nos conocen y nos dominan.

Y seguimos adentro de las pantallas y nos informamos que los millonarios donan una salchicha y un pan, que dieron efectivo, y hasta el Papa argentino donó en dólares. Donan los ricos, donan los pobres, donan los que pueden y tienen conciencia de hacerlo y también se revela la ignominia, como la del diputado que dijo que “ni un peso” y la flamante diputada que como perro defendió la ley diciendo que no se podía utilizar el dinero de las campañas en el gasto para los damnificados, porque era desvío. Vaya, se le salió la rabia de adentro y vociferó inútilmente aleccionando a la opinión pública sobre la legalidad administrativa, cuando muchos no necesitábamos que nos “enseñara” nada. Ahora sí, la ley, ahora sí, la transparencia para defender lo que no tiene otro nombre que negocio de los partidos.

La desgracia sigue palpitante en Oaxaca, en Chiapas, en los lugares más apartados a donde no llega ni una sola botellita de agua y la gente vive la desesperación. La desgracia se extiende y crece conforme pasan los días y las miradas de la gente sigue siendo baja, y con cualquiera que se toque el tema, denota lástima, impotencia, rabia, resignación… qué hacer, preguntan las miradas en todas partes. Y que ya no tiemble por favor, que ya no sacuda su lomo la tierra, parece decir la tristeza de todos. El país está seriamente lastimado, roto, quebrado, herido, con la poca esperanza y con la mucha tristeza. Y vemos que las autoridades siguen defraudando a la sociedad que debieran representar. Se ve lo que es de verdad este país; sus desangramientos, sus profundas debilidades, sus múltiples carencias, la corrupción, el egoísmo, pero también se ve la solidaridad verdadera, las manos extendidas, la voluntad cierta porque nadie se muera, porque salgan de los escombros con vida los que faltan, porque la vida siga entre nosotros, porque el país no se derrumbe ni se caiga en sus propios pozos. Un país paradójico somos, un país que se muerde las uñas y espera que vuelva la calma, aunque la desgracia completa con todos los pies, siga pisando nuestro presente y nos reconozcamos más, mucho más tal cual somos.

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