La Entrega
Por Adrián Ruíz / [email protected]
La necesidad de Juan Carlos Lastiri de sobrevivir en la política el próximo sexenio es prioritaria. El sueño guajiro de ser el elegido del PRI a la gubernatura lo tiene obsesionado.Tanto que permite que su gente usurpe funciones.
Por el momento, el asunto carece de relevancia. Pero a medida que se acerca la hora de la verdad, serán factores en su contra.
Aunque no será el candidato del tricolor. Sólo le alcanza para buscar una senaduría –misma que ya fue negociada de acuerdo con fuentes de La Entrega en la capital del país–.
Hay personajes que lo apoyan de manera incondicional y que, en el futuro inmediato, serán puntos negativos para su subsistencia política.
Sus “compadres” Juan Manuel Vega Rayet, delegado estatal de la Sedesol, y Carlos Castillo, se ostentan como profesionistas sin nisiquiera haber cursado una carrera ni por correspondencia.
El primero enfrenta un problema mayúsculo en la Secretaría de Gobernación, donde detectaron el trámite de titulación “chocolate”. El asunto es delicado y se realizan las investigaciones correspondientes.
A simple vista la acción de Vega Rayet, parece tonta. Para que alguien que tiene un cargo con injerencia federal querría un título profesional.
La razón es simple: su futuro está en juego. Para que su compadre lo respalde será necesario contar con documentos que acrediten una formación profesional.
Y el delegado de la Sedesol optó por el camino de la corrupción. Es comprensible porque no sabe otro. Además es tarde para realizar los estudios.
Por su parte, su otro compadre Carlos Castillo, quien maneja la mínima parte de sus relaciones con algunos miembros de la prensa poblana, con el mayor de los cinismos firma los boletines y escritos como licenciado, cuando la única licencia que tiene es la de entrada gratuita a los diferentes tugurios de Puebla.
Carlitos como es conocido en el medio desde los tiempos en los que editaba una revista de seis páginas con boletines del gobierno del estado, para cobrar el subsidio correspondiente –por las manos del autor de La Entrega pasaron esas y la mayoría de facturas de pasquineros y “periodistas”–.
Su fama es conocida por las francachelas a las que lleva a algunos “periodistas” a los antros nocturnos. Por supuesto todo de “gorrita café” porque es un maestro de la extorsión a los propietarios.
De esta clase de personajes se rodea quien pretende contender por la gubernatura de Puebla.
