La Loca de la Familia 

Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia 

Gog es un personaje tenebroso salido de la compleja mente del escritor florentino Giovanni Papini. Y Papini es, a su vez, otro personaje desconcertante y ambiguo.

Papini fue y vino del ateísmo al catolicismo como se va de la casa al instituto: pateando piedras, dudando la mayor parte del tiempo. Las grandes mentes de todas las generaciones tienen algo en común: la duda. Por la duda, por una sola duda a veces cambiante, autores como Thomas Bernhard decidieron decirle Sí a la vida en vez de enredarse una cuerda de violín en el cuello para ahorcarse. Así pues, Papini, uno de los autores más estudiados por Borges, nos introduce al mundo de Gog, a quien “conoce” en un manicomio en una de las visitas que le hizo a un joven poeta dálmata.

Con la sola descripción física de Gog podemos introducirnos a su sordidez: “Era un monstruo que debía tener medio siglo, vestido de verde claro. Alto, pero mal garbado. No tenía un solo pelo en toda la cabeza: sin cabellos, sin cejas, sin bigotes, sin barba. Un uniforme bulbo de piel desnuda con excrecencias coralinas. La cara era de un escarlata oscuro, casi pavonado, y anchísima. Uno de los ojos era de un bello celeste poco ceniciento; el otro, casi verde con estrías de un amarillo tortuga. Las mandíbulas eran cuadradas y potentes; los labios, macizos pero pálidos, se entreabrían en una sonrisa completamente metálica, de oro”.

Este libro es una serie de relatos delirantes donde el narrador, es decir, Papini, un buen día recibe de las propias manos de Gog una pila de papeles mal escritos y desordenados. Esos papeles son parte del diario de Gog. Parte del diario y de sus apuntes de viaje. Gog fue un paria en su primera juventud. Luego, por razones inexplicables, se convierte en uno de los hombres más ricos de Estados Unidos, por lo tanto, uno de los hombres más ricos del mundo. Gog no era lo que se dice una buena persona. Tampoco era una mala persona. Simplemente fue toda su vida un amoral. Un ser vulgar que se dio a las excentricidades y a la voluptuosidad debido al gran ocio que reinó en su vida desde que el dinero le cayó a torrenciales.

Uno de los escritos de Gog se titula “La Fom”, que no es otra cosa que una organización secreta dedicada a matar a las personas que los miembros de dicha organización consideraban como viles, inútiles, viciosas y dañinas para la sociedad. En pocas palabras, la “La Fom”, que quiere decir “Friends of Mankind”, evitaba la sobrepoblación del mundo ayudada por personajes cercanos a los futuros sacrificados, es decir, “La Fom” reclutaba a sirvientes, médicos, enfermeros y familiares de las víctimas, para sí poderlos desaparecer con la mayor secrecía posible.

“La Fom” es un texto corto, pero contundente, como todos los que conforman el diario de Gog.

Gog es, básicamente, un libro que critica incisivamente la estupidez humana que floreció (y se coronó) en el siglo XX. Una lectura pesimista, pero a la vez irónica del mundo… y eso que Papini no vio nada de lo que vendría después. De ser así, seguramente le hubiera sucedido lo mismo que a Emmanuel Carrère: hubiera pasado del ateísmo al cristianismo, para, al final, engrosar las filas de los agnósticos. Desgraciadamente, esa raza de inmortales de la que hablaba Borges, aún no se perpetúa. Y digo desgraciadamente pues creo que al mundo literario, y al mundo en general, le hace mucha falta personajes como Papini.

¿Los Gogs? Los Gogs sí existen…

Trato en especial el tema de “La Fom” porque viene mucho al caso en estos tiempos donde las teorías de conspiración se han vuelto el pan cotidiano de los morbosos y los legos. No vayamos muy lejos: tan solo estas semanas, tras el anuncio del terrible asesinato de Mara Castilla, las redes se inundaron de teorías oscuras (algunas muy descabelladas). La mayoría de los usuarios de las redes sociales son personas con poco criterio. Personas solitarias que encuentran en la plataforma una forma de ser visibles, de ser escuchadas o tomadas en cuenta. Por ese clase de personas el internet es un manantial de noticias falsas que se viralizan en minutos. Para estas personas el sentido común es un agente desconocido. Lo importante es desperdigar, en poco tiempo, un tema sin fundamentos ni fuentes claras. Un tema que se catalice por la efervescencia del escándalo. Sin embargo, está demostrado que más de la mitad de las noticias que circulan por Facebook son falsas, y aún así, personajes considerados “de nivel” han caído en la trampa, las toman por ciertas y hasta las comparten.

La semana pasada, antes de que el sismo eclipsara todas las malas noticias, me enviaron por inbox, con una circunspección absurda, un texto que parece redactado por algún miembro de “La FOM”, que versa sobre la posibilidad de que en el caso de Mara Castilla hayan participado agentes exentos de la investigación.

En ese texto, que parece haber sido redactado por un personaje de la barra de comedia de Televisa, promueven la siguiente versión (intentaré traducir a un español decoroso): El taxista no fue el responsable de la muerte de Mara. Fue el novio. Un novio del que nada se sabía, pero existe. Un novio que, al parecer, es español o hijo de un español adinerado, cercano a los altos mandos poblanos. Un novio celoso que en repetidas ocasiones humilló y maltrató a Mara. Un novio al que esa noche Mara alcanzó en una dirección desconocida. Un novio que tiene a su órdenes guaruras. Un novio que maneja un Porsche rojo. Un novio al que Mara vio esa noche, después de no bajarse del Cabify. Un novio que, con ayuda de sus guaruras, fue quien en verdad mató a Mara en un motel. Un novio al que el taxista nunca vio. Un novio que, por ser rico y poderoso, jamás será señalado. Un novio que huyó al extranjero después del feminicidio.

Tras recibir este texto por demás dudoso, revisé las primeras declaraciones de los amigos de Mara. Esos amigos, que haciendo gala de su falta de solidaridad, la dejaron abordar sola el Cabify. En las declaraciones que publicaron varios diarios poblanos, no aparece por ningún lado alguna insinuación sobre la existencia de dicho personaje: el novio. Lo que sí dicen los testigos es que Mara estuvo platicando con un joven español, y que ese español le tomó varias fotografías. Lo que nunca se insinúa (ni de paso) es que Mara tuviera un novio de la misma nacionalidad o ascendencia del tipo que, supuestamente, la acosó en el antro. Lo que salta a la vista es algo claro: el descontento de la gente es tal, que la confianza en la fiscalía es nula. Eso es hasta cierto punto comprensible dado el nivel de impunidad que circunda a las así llamadas autoridades. Pero una cosa es desconfiar y tratar de investigar por diversas fuentes más líneas de investigación y otra es creerse todo lo que en las redes circula, que por lo general son falacias nacidas de mentes ociosas.

A estas alturas no dudo ni tantito que comiencen a circular versiones sobre sectas tipo “LA FOM”, de Papini, ya que las redes están pobladas de imbéciles sin oficio que sólo difunden calumnias y horror. Lo mismo vemos ahora, con el desastre: cientos de notas falsas que anuncian un gran sismo que casi casi nos borrará a todos del plano. Lo peor de todo es que hay gente que lo cree, a pesar de que millones de veces se ha dicho que es imposible predecir un sismo.

Lo grave de este asunto es que no nos demos cuenta que al compartir este tipo de notas sin fundamento, contribuimos a engrosar las filas del cretinismo. Y el cretinismo es una ruta eficaz para potenciar el dolor de las familias de las víctimas.

La ecuación en el tema de Mara es sencilla: haya sido el novio (lo dudo) o el taxista, lo que hicieron con ella tiene un nombre: feminicidio. Y crear más especulación sobre los hechos es una sobreexplotación ruin de las víctimas.

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