Es la noche posterior al grito de Independencia y en la  capital de Chiapas pareciera que no pasó nada tras el temblor; sin embargo, a tres horas se contemplan los daños a la infraestructura turística de Pijijiapane

 

Traspatio

Por Luis Pavón / @pavonlui

Sábado 16 de septiembre, 21:00 horas, la gente baila, ríe, pasea en el parque de La Marimba de Tuxtla Gutiérrez.

“¿No se supone que están de luto?”, me pregunta el reportero gráfico que me acompaña.

Es la noche posterior al Grito de Independencia y en la capital de Chiapas pareciera que no pasó nada. En efecto, al menos en Tuxtla no hubo mayor afectación por el sismo.

Eso no sucedió en la costa, por ejemplo, ahí también ocurrieron daños colaterales que parecieron no importarle a alguna autoridad. Es cierto, no es la destrucción vistosa, la urgente de atender porque la casa se le vino encima a la gente pero son los daños que nadie ve, que nadie quiere tomar en cuenta pero que existen.

A tres horas de Tuxtla Gutiérrez se contempla la desolación y los daños a la infraestructura turística de Pijijiapan.

En la isla Costa Azul, el panorama es de palapas caídas, quemadas, muelles rotos y transformadores de luz que llevan una semana sin funcionar.

Pescadores, lancheros y restauranteros se dicen desesperados; tienen días sin ganar un peso. Llevan dos fines de semana sin que se pare un cliente en el lugar. Del bullicio de sábado y domingo pasaron al silencio.

“Hasta ahora nadie, ninguna autoridad nos ha visitado. Fuimos a la Presidencia Municipal a meter una solicitud para que vengan y nos apoyen”, me dice Alfredo Mérida, un habitante de Costa Azul.

El sismo provocó que la isla se hundiera varios centímetros. Basta ver las marcas de pintura que tienen los palos que sostienen las palapas: quedaron arriba de la tierra.

Es una zona que lleva más de una semana sin luz, los cristales del preescolar se vinieron abajo, los muelles de madera que funcionan como embarcadero quedaron destruidos, lo cual pone en riesgo a las personas que quieren tomar una embarcación para salir o llegar a la isla.

“Estamos prácticamente olvidados”, sintetiza Janeth Hernández la situación que viven.

La única forma de llegar a isla Costa Azul es en lancha. Se toma una embarcación en el poblado Chocohuital, donde los muelles tampoco aguantaron la embestida del temblor y se hundieron.

Platico con Andrés Rosas, un señor de la tercera edad que trabaja como lanchero, quien me describe los daños a la infraestructura: “Aquí, donde continúa el muelle, quedó como si fuera escalón. Aquí se quebró por (la) mitad y no se quebró nada más lo de arriba, también se quebró la trabe de abajo”.

Don Andrés vive de transportar a la gente que quiere cruzar a la isla Costa Azul; está desesperado, lleva sin ganar un peso desde el día del temblor porque nadie va a la playa.

Dice que los daños a su vivienda y la de sus vecinos por el temblor son menores, que son cuarteaduras, pero eso no significa que las autoridades no los volteen a ver, sobre todo porque ellos viven del turismo y se sienten daños colaterales del sismo.

“Aquí, a nosotros nos mató nuestra fuente de trabajo (…) Aquí, como no ha habido muertos o casas muy destruidas al 100%, pero sí están agrietadas, pues no se ha acercado ninguna autoridad, ni Protección Civil”.

Mientras en Costa Azul y Chocohuital esperan que los volteen a ver, en otras partes de Chiapas empezó la demolición de casas que quedaron afectadas por el sismo sucedido el pasado 7 de septiembre.

En los municipios de Cintalapa y Jiquipilas, el Ejército es quien realiza el trabajo de tirar las paredes de las viviendas que se sostenían pero que estaban en riesgo de colapsar.

En el barrio de Santa Cecilia, de Cintalapa, platico con Marbella Grajales.

La sala-comedor y la cocina de su casa sufrieron cuarteaduras de alto riesgo, eso las hace inhabitables y deben demolerse, según el diagnóstico que le dio la autoridad que realizó el censo a las casas dañadas en Cintalapa, municipio ubicado a hora y media de Tuxtla Gutiérrez.

“El Ejército estuvo todo el día, precisamente, porque vieron la construcción; había muchas grietas. Ellos dedujeron que iban a terminar de tirarlo porque esto ya no sirve”, me dice Marbella.

Las casas que sufrieron algún tipo de daño fueron marcadas con letras por las autoridades.

Marbella dice que cuando censaron las viviendas afectadas les entregaron un documento pero no les dijeron para qué era. “Sólo me dijeron que lo tenía que tener y que lo guardara muy bien”.

CUARTOSCURO

Una situación que se repite en el ejido Quintana Roo, del municipio vecino de Jiquipilas.

Un palo sobre ladrillos sostiene lo que queda del techo de la casa de Juana María, una señora de la tercera edad que vive con su hermana, también de la tercera edad, quienes al momento del temblor se resguardaron en las puertas de su vivienda.

Viven en el ejido Quintana Roo, una de las zonas más dañadas por el sismo y donde varios de sus habitantes han empezado a improvisar campamentos en los patios de las casas.

Es el caso de Samuel y su familia, quienes levantaron unos tendidos con nylon que le prestaron y madera que rescató de los escombros de la que era su casa y en donde están sepultados los pocos muebles que tiene.

Un muro de su vivienda logró mantenerse en pie pero representaba un gran  riesgo de derrumbarse. Con apoyo de los soldados demolieron lo que quedó de su casa.

En Jiquipilas, el Ayuntamiento cifró entre tres mil 500 y cuatro mil las viviendas afectadas, la mayoría en la zona rural.

Es el caso del ejido Francisco I. Madero, todos sus habitantes salieron para refugiarse en el albergue, ya que la mayoría de las casas se derrumbó.

Mónica cuenta que el miedo se apoderó de ellos porque la tierra se abrió durante el temblor y por eso no quieren regresar a su comunidad, pero tampoco sabe cuánto tiempo estarán albergados.

A pesar de la adversidad, los chiapanecos no dejan de sonreír, de bailar. Poco a poco empiezan a recuperar la calma.

En Chiapas, el censo de casas afectadas terminó. Ahora falta esperar que llegue la ayuda. ¿Cuándo? Eso es lo que quisieran saber los damnificados, quienes viven y duermen en donde pueden y como pueden.

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