Figuraciones Mías
Por: Neftalí Coria / @neftalicoria
El moreliano Chucho Monge tiene una nueva versión de sus canciones intervenidas por el compositor michoacano Luis Jaime Cortez, interpretadas por la Sinfonietta y la voz inmensa de Francisco Araiza. El disco se llama “Si muero lejos de ti”. Hay en esta colección de canciones algunas inéditas, que se lograron sacar a la luz, gracias a la generosidad de Sandra Monge, hija del compositor, que abrió los archivos del legado de su padre para este proyecto, un proyecto que Luis Jaime, había planeado desde mucho tiempo antes con todo lo que un proyecto como éste implica. El disco se presentó en Bellas Artes en la Ciudad de México y en el CCU de la Universidad Michoacana en los eventos del centenario de la casa de Hidalgo, justo el día en que el mezquino Consejo del Conservatorio de Las Rosas, separara de la Rectoría a Luis Jaime Cortez.
Escuché el disco, lo observé con cuidado y parte de esta columna, fue mi comentario en la presentación de tan bella pieza discográfica en Morelia. Coincidimos con el resto de los comentaristas en que es necesario atender la obra del autor de “México lindo y querido”, y creo que este disco contribuye a valorarla en su medida exacta. También creo que es indispensable hoy, hablar de la presencia de Chucho Monge en la música popular mexicana del siglo XX, de la que forma parte de una generación que en mi opinión, fueron los mejores herederos de las resonancias y el ánima del llamado Modernismo en la poesía de lengua española. En Agustín Lara, Guti Cárdenas y en nuestro autor michoacano, sólo por citar algunos ejemplos, escucho las resonancias plenas de aquella poesía que nos enseñó también el nuevo idioma amoroso, en la dicha y la desdicha para los que aún ejercemos tales oficios del alma. Gutiérrez Nájera y posteriormente, los post románticos como Manuel Acuña y Amado Nervo, de manera curiosa, en estas canciones, oigo sus magnificas resonancias tanto en los boleros como en otras canciones de mitad del siglo pasado. Chucho Monge en sus canciones del alma, es un ejemplo de los ecos poéticos a los que me refiero y de los que también valdría la pena ocuparnos y descifrar los motivos de tan evidente influencia. Y es que Morelia, nunca ha hecho algo que mantenga viva la memoria de este autor que es hijo de Morelia, como con muchos morelianos ha pasado.
Con este disco, tenemos la mejor oportunidad para frecuentar al compositor nacido en 1910, para acercarnos su obra que ya es patrimonio mexicano. Y la razón central, a mi parecer, es que ésta no es una versión más, sino es una hermosa versión construida a manos de los talentos indiscutibles de Francisco Araiza, Luis Jaime Cortez y los músicos michoacanos de la Sinfonietta.
Ahora que los homenajes son moda, negocio, réditos políticos, fanfarronadas, caprichos del poder venido de todas sus aristas, es imperante homenajear a quienes lo merecen y este disco es un justo homenaje a favor de Chucho Monge, quien lo tiene bien ganado, porque sabemos que el valor de todo homenaje a un creador musical, radica en la calidad de sus intérpretes y ejecutantes.
Chucho Monge escribió canciones de amor y desdicha. Piezas que en algún momento de mi vida, me encontré con ellas por alguna región de mi embriaguez o en alguna tristeza de las que las canciones no curan, por el contrario, enfatizan la desolación, desde la que se levanta la voz, como una bandera del que perdió todas las batallas y lo celebra. No exagero, oigan el principio de su canción “Te vi llorar”: Ayer te vi llorar desconsoladamente,/como lloran las almas que arrebata el dolor./Ayer me estremecí con tu llorar hiriente,/pues sé lo que sé siente, al morir el amor”. Es una pieza que se acerca a la amada para comprender con ella el dolor de ambos para hacerle frente o simplemente “para vivir alerta contra toda ilusión”. En la canción “Sacrificio”, puedo percibir esa manera en que el amor es piedra preciosa perdida y desesperación que paga el precio. Es en el momento en que la súplica, el sacrificio, el ruego por amor, cobra presencia en los versos de los cantores de la generación de Chucho Monge y escuchamos esos lugares que en ese entonces no eran comunes, como la desgarradora pregunta de: “¿Por qué me dejas, si tú sabes que te vas y yo me muero?” y el remate ejemplar que en la canción sobreviene como una sentencia de metal: “El sacrificio del amor, es el olvido”.
En los ámbitos sentimentales de las canciones de Chucho Monge se resumen la poética de la canción mexicana, que es la que más celebra y goza la tristeza, el dolor y esa jauría de fantasmas donde la exaltación, lleva al grito, al desgarre, pero también a esa patria frágil, donde alguien puede morir de amor, por seguir en la tónica de las canciones de Monge.
Y pienso en los compositores de boleros que necesitan recordarse porque son parte de la historia. Y si los jóvenes no los conocen, nada hay que hacer, y tampoco es necesario; el disco transita ya en Spotify. Creo que estas canciones, son patrimonio del alma de muchos mexicanos que nunca hemos dejado de escucharlo. Las canciones de Chucho Monge, son llamaradas que no se apagarán pese a todo, y seguiremos levantándolas como banderas íntimas, porque hay en nuestro corazón, una poética de la desdicha hermosa que nos exalta a la hora de la lumbre del sacrificio y el dolor.
Chucho Monge, Francisco Araiza y Luis Jaime Cortez, como los grandes, bien se dieron cuenta del fuego.
