En cuanto al tricolor, su liturgia marca que la carrera arranca verdaderamente al tiempo que se define el método para elegir a su candidato presidencial, decisión unipersonal del huésped de Los Pinos.
Garganta Profunda
Por Arturo Luna Silva /@ALunaSilva
No exagero al decir que este martes la clase política priista y panista en Puebla se sacudió al conocerse tan pronto que el próximo viernes el Partido Revolucionario Institucional dará luz verde a los métodos de selección de sus candidatos para la contienda electoral de 2018, especialmente a la Presidencia de la República, y que a nivel local el Partido Acción Nacional sesionó para discutir y aprobar el método de selección de candidatos (as) a las diputaciones federales y al Senado, lo que se hará mediante una elección abierta a la ciudadanía, mismo que en su momento se aplicará respecto a la gubernatura.
En el caso del PAN es evidente el mensaje del morenovallismo para el Frente Ciudadano por México, secuestrado —como es del dominio público— por Ricardo Anaya, Alejandra Barrales y Dante Delgado: en términos de legitimidad, no hay otro camino que la elección abierta a los ciudadanos; si en Puebla ya se aprobó, por qué no a nivel nacional y especialmente para determinar al abanderado a la Presidencia.
Y todavía más: el grupo en el poder no va a permitir imposiciones ni designaciones de candidatos —y mucho menos a la gubernatura— desde el Comité Ejecutivo Nacional del PAN. Los albiazules poblanos elegirán a sus abanderados, no un Consejo Nacional controlado casi en su totalidad por el émulo del priista Roberto Madrazo: Ricardo Anaya.
En cuanto al PRI, su liturgia marca que la carrera arranca verdaderamente al tiempo que se define el método para elegir a su candidato presidencial, decisión unipersonal del huésped de Los Pinos, de la que entonces se derivará el resto de candidaturas, especialmente al gobierno del estado de Puebla.
No puede haber candidato a Casa Puebla sin que primero haya candidato a la Presidencia de México.
Como diría el clásico: primero lo primero.
Este martes, el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, con fundamento en los artículos 77 y 84 de sus Estatutos, y 18, 22 y 23 del Reglamento del Consejo Político Nacional, emitió la convocatoria para la realización de la XLI Sesión Extraordinaria de su Consejo Político Nacional.
El cónclave priista tendrá lugar el 20 de octubre a partir de las 13:30 horas en la sede nacional tricolor, para lo cual se abrirá la mesa de registro de los participantes a partir de las 11:00 horas.
Sin embargo, lo verdaderamente interesante de esto es que durante la reunión de este órgano de dirección del partido, se abordarán y definirán los métodos para la selección de candidatas y candidatos a diputados federales, senadores y presidente de la República.
Actualmente los procedimientos vigentes para la postulación de abanderados que prevé el artículo 198 del citado instrumento normativo son:
- I. Elección directa
- II. Convención de delegados
- III. Por comisión para la postulación de candidaturas
No se requiere ser un genio para saber que el PRI optará por la convención de delegados para elegir a su candidato presidencial, pero también a gobernador, senadores, diputados federales, diputados locales y presidentes municipales, posiciones también en disputa en 2018.
La celebración de este Consejo Político Nacional confirma lo que ya se comentaba con insistencia en los pasillos del poder: que el destape del candidato presidencial será entre noviembre y la primera semana de diciembre.
A partir de ahí correrá en paralelo lo demás, empezando por la definición del abanderado a la gubernatura de Puebla, carrera para la cual al menos hasta hoy sólo están apuntados el delegado del IMSS, Enrique Doger; el subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri, y el diputado y dirigente estatal del PRI, Jorge Estefan; cualquier otra terna es una fantasía.
Previamente habrá una encuesta para ubicar al perfil más competitivo, pero ese no será precisamente el candidato, pues un probable acuerdo entre Enrique Peña Nieto y el ex gobernador Rafael Moreno Valle inclinará la balanza hacia uno u otro lado. Si el PRI negocia la plaza, Lastiri será sin duda el candidato; si quiere ganar, Doger; y si se cumplen los pronósticos y José Antonio Meade es el abanderado presidencial, es altamente probable que vaya Estefan, aunque ello también dependerá de si Peña Nieto quiere o no ganar la gubernatura o si prefiere perderla a cambio de garantizar que en Puebla gane su candidato a la presidencia.
Lo más importante, sin duda, es lo que sucederá el próximo viernes en el PRI y lo que se derivará a partir de ahí: una auténtica feria de pasiones e intereses, furores y delirios, afanes y codicias, prácticamente sin freno.
No fue casual que esta misma semana Peña Nieto haya hablado sobre su sucesión —la cual conducirá como un poseso de principio a fin— durante el foro Impulsando a México. La Fortaleza de sus Instituciones, durante una charla-entrevista con la periodista Adela Micha.
Dijo el presidente:
“Los priistas tenemos nuestra propia cultura, nuestra propia liturgia. Hay quienes nos estigmatizan porque somos diferentes, porque no hacemos (elecciones) primarias, porque no hacemos ejercicios que otros partidos políticos eventualmente hacen o que otros partidos políticos de otros países hacen”.
— ¿Y qué pasa con la liturgia del PRI?—, cuestionó Micha cuando le preguntó por la designación del candidato presidencial.
“Lo que pasa es que luego nos sincronizamos el partido y el Presidente, eso pasa. Luego no sé quién le lee la mente a quién, si el partido al Presidente o el Presidente al partido, pero coincidimos”.
— ¿El Presidente no va a decidir quién va a ser el candidato del PRI a la presidencia? —le preguntó Micha, con evidente ingenuidad.
Y Peña Nieto respondió:
“El Presidente tiene siempre, por supuesto, una opinión importante en el priismo y el priismo lo sabe. Los priistas tenemos nuestra propia cultura, nuestra propia liturgia”.
Bueno, pues La Liturgia del Gran Elector ya empezó.
Y con ella La Carrera por la Presidencia —así, con mayúsculas—.
(Y, paralelamente, la disputa por la gubernatura de Puebla, que no, de ninguna forma es menor).
