Las Serpientes
Por Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo
Siempre lo mencionamos en este mismo espacio, lo difícil para el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador era articular de buena manera todos y cada uno de los intereses que iban a confluir dentro de un partido, el cual es muy apetecible.
Con apenas dos años de existencia, Morena se ha convertido en toda una sorpresa electoral y todo se lo debe a Andrés Manuel López Obrador, el patriarca de esta tribu.
En torno a esta figura han intentado concurrir toda serie de intereses, los de Alfonso Romo, el poderoso empresario regiomontano, quien en un principio comenzó a ganar simpatías a favor del tabasqueño, pero que poco a poco ha perdido fuerza.
Los de un Esteban Moctezuma Barragán, quien también fue objeto de múltiples comentarios, ya que el ex secretario de Gobernación en tiempos de Ernesto Zedillo representaba a través de la Fundación Azteca los intereses del poderoso Ricardo Salinas Pliego y su TV Azteca.
Los del grupo Scherer y su poderosa influencia, tal vez los más cercanos a López Obrador, como lo ha revelado en múltiples columnas el director de 24 Horas Puebla, Mario Alberto Mejía Martínez.
Los del viejo PRI, que ven en el tabasqueño la figura perfecta del antiguo ideario del nacionalismo revolucionario plasmado en el lema del tricolor, “Democracia y justicia social”, mismo que se contrapone al neoliberalismo, la corriente hegemónica en el tricolor desde 1982 con la llegada de Miguel de la Madrid Hurtado.
Los de algunos grupos de la sociedad civil que ven en López Obrador a la figura ideal para terminar con casi 100 años de gobiernos priistas y panistas y que han dejado sólo como legado pobreza e inseguridad en el país.
Estos intereses mezclados se asemejan mucho a la leyenda bíblica de la llamada Torre de Babel, la cual se destruyó al desatarse la ira del Señor ante tanta vanidad humana, razón por la cual hizo que los hombres que trabajaban en la construcción de dicho edificio comenzaran a hablar en diferentes lenguas, por lo que ya no pudieron continuar con la obra.
La comparación es obligada y es que eso es lo que está pasando al interior del movimiento que encabeza López Obrador, los diferentes intereses que confluyen al interior amenazan con colapsar el proyecto.
Puebla es el mejor ejemplo de lo que se repite a nivel nacional.
Por un lado aparece el ex rector de la Udlap Enrique Cárdenas Sánchez, quien cuenta con el respaldo del ex secretario General de Gobierno y cuñado del ex gobernador, Fernando Manzanilla, como una opción, cobijado por una buena parte de la derecha poblana.
Por otro lado, Alejandro Armenta Mier, ex priista, quien ha hecho una mezcla extraña entre resentidos con el morenovallismo, sumados con una parte de la base tricolor que está descontenta con la forma como ha sido manejado este instituto político en los últimos años, luego de una ola de descalabros (2010, 2013 y 2016) provocados por un grupo político-mediático que secuestró a este instituto y lo están llevado al despeñadero.
Por otro lado, el senador ex perredista, Luis Miguel Barbosa Huerta, quien durante mucho tiempo fue detractor de López Obrador y quien sorpresivamente dio un viraje y se pasó a las filas de El Peje, el cual aglutina a una serie de fuerzas políticas en la región que corre desde Tepeaca hasta Ciudad Serdán, la Sierra Negra, de donde es originaria su familia, y los límites con el estado de Veracruz.
Un cuarto interés es el del ex gobernador Manuel Bartlett Díaz, quien apoya a su sobrino político, el diputado federal Rodrigo Abdala Dartigues, pero que mantiene nexos con el actual grupo en el poder a través de su operador, Ignacio Mier Velasco, a su vez alter-ego del actual delegado del IMSS en Puebla, Enrique Doger Guerrero.
Esta mezcla de intereses, insisto, es la que tal vez vaya a operar en contra de la gente de López Obrador a nivel nacional y en Puebla y es que, reitero, Morena se asemeja mucho a una Torre de Babel, donde cada quien habla un idioma diferente y va por diversos caminos.
