Carlos Henrique Casimiro es en el Madrid el encargado de corregir los errores tácticos de sus compañeros en la cancha, en México rumbo a 2018 ¿quién será case?
Ojo de Halcón
Por TAMÓN TAKAHASHI-ITURRIAGA
Casemiro es el 14 del Madrid.
Aunque su nombre real es Carlos Henrique Casimiro (São José dos Campos, Brasil, 1992), refiere Manuel Jabois (“A dónde vas, Casemiro”, El País, 5 de junio de 2017) en un perfil que le escribió a propósito de la Final de la Champions League pasada (Cardiff, Gales, 3 de junio de 2017), que “(e)mpezó jugando como Casimiro, pero un día en Brasil le estamparon mal su nombre en la camiseta y salió al campo como ‘Casemiro’. [Jugó] un partidazo: su actuación fue tan extraordinaria que no se atrevió a tocar nada y pidió seguir jugando con ese nuevo nombre”.
Privilegiar al equipo, por encima del propio nombre.
Sus compañeros le llaman Case.
Bueno, pues Casemiro, Case, fue uno de los dos jugadores clave en dicha final que llevó al Madrid a derrotar 1-4 a la Juventus de Turín, para ganar así su duodécima Copa de Europa.
El otro fue Ronaldo.
Case “dice que es feliz robando un balón (…) que su tarea es tapar huecos, que no tiene la magia de Isco ni los goles de Cristiano, pero que sabe cuál es su papel”, relata Eleonora Giovio (“Cristiano se come a la Juve”, El País, 4 de junio de 2017). Es “el encargado en el campo de corregir los errores tácticos de sus compañeros”, añade Jabois. Como tal, es la referencia de apoyo del equipo. Aunque no luce, pues no es estrella del tipo de Benzemá, Ramos, Modric o Ronaldo –quien está en un universo aparte, es imprescindible para Zidane–. Y no sólo lo mira con atención Zizou, también lo hacen, y seguramente con cierta envidia, los técnicos rivales. Como muestra y volviendo a la Final de Cardiff, recuerda Jabois, Massimiliano Allegri, el entrenador bianconeri, habló de él cuando le preguntaron por Bale o Isco; lo mismo hizo El Cholo Simeone, míster colchonero, en las semifinales que enfrentaron al Real Madrid con el Atlético de Madrid. Ambos, destacando que el 14 blanco no es sólo un recuperador; es también un hombre táctico.
Y es un jugador con clase y una gran presencia en el campo, añadiría yo.
Casemiro no sólo es un roba-balones al uso. Sí controla esa faceta del juego, desde luego. Sabe entrar fuerte, con violencia, incluso. Cuando el partido lo requiere, “es un fajador, un jugador de contacto” opina Jabois.
Sin embargo, es capaz, de igual manera, de destacar entre los 22 y definir un partido él solito, con otro tipo de participación, con otro registro. Su gol contra la Juve es el mejor ejemplo. En un momento clave del encuentro, con el marcador empatado a 1, iniciando la segunda parte, llegó Case y metió un zapatazo desde el medio del campo, que cambió la historia, para terminar en la historia de siempre: el Madrid, otra vez Campeón de Europa.
Casemiro es, por tanto, economía y seguridad en el terreno, pero también, es inteligencia, estrategia y táctica. Es un jugador que puede llegar a ponerse el traje de estrella, de súper clase, de los que te levantan del asiento, sin darte cuenta, maravillado por lo que acaba de hacer, si el guión lo pide.
En suma, un líder. El líder callado que hace brillar al equipo.
Y en México, ¿quién es Casemiro?
Y no, no hablo de la Selección Nacional. Hablo de la selección que se habrá de hacer, a nivel nacional, en 2018.
Hablo de nuestro futuro presidente.
¿Quién es capaz de aportar solvencia, eficacia, economía y seguridad, en sus acciones? ¿Quién tiene un registro tan bueno, de resultados probados y contrastados, para aspirar a ser nuestro líder en el campo? ¿Quién puede optar por el rol gris y sacrificado de hacer lo que es necesario, sin importar si es lo popular o lo que mejor vende? ¿Quién tiene la humildad y la integridad para estar cómodo con un uniforme de trabajo, en lugar de un traje de luces? ¿Quién está dispuesto a tapar los huecos y flancos descubiertos de los demás, aún a costa de su propio brillo? ¿Y de corregir los errores tácticos de su equipo? ¿Quién está dispuesto a entrar fuerte, a hacer cumplir la Ley, aunque pueda ser duramente criticado; a fajarse? ¿Quién puede lograr que el talento de los demás –de todos–, se eleve, flote, se transmita; gracias a una conducción de las líneas de acción inteligente, oportuna, estratégica?
En suma, ¿quién es capaz de privilegiar al bien común por encima, incluso, de su propio nombre?
Y además, ¿quién, llegado el momento, puede deslumbrarnos con un destello de luz, que nos sirva de inspiración a todos: a su equipo, a los contrarios, a los árbitros, a los cronistas y a los espectadores?
“En Cardiff”, concluye Jabois, “mientras muchos pensaban ‘a dónde vas’, Dios no solucionó nada: lo solucionó Casemiro”. En México, ¿quién lo solucionará? Hagan sus apuestas.
