Esfera Pública
Por Elías Aguilar / @Elyas_Aguilar
Una de las preguntas recurrentes entre mis clientes es: ¿Cuáles son las razones y motivaciones de los electores a la hora de sufragar? A continuación plantearé las cuatro principales razones de voto que tienen los mexicanos; recuerden que estas desnudan la identidad del segmento de voto.
- Fidelidad. Hay quienes sufragan porque quieren refrendar su lealtad partidista. Es lo que llaman el “voto duro”, cada vez menos popular pero aún relevante. Esos electores cruzan el logo de un partido para confirmar la simpatía, congruencia e historia familiar que les configura un ideario personal y familiar de identificación. Por lo general, son personas de 40 años o más que tienen anécdotas que involucran a padres, abuelos y parientes y desarrollan un fuerte apoyo al PAN, al PRI o a izquierdas, por lo general a favor de Andrés Manuel López Obrador. Este voto duro representa alrededor de 40% de los ciudadanos. Particularidad: está decidido desde antes de que comience el proceso electoral. En el peor de los casos, estos electores se abstienen de ir a la casilla cuando el candidato incumple sus expectativas en términos de atributos personales y de propuesta.
- Clientelismo. Se refiere al voto que se emite a cambio de un beneficio pasado o futuro o de dinero efectivo, que va de 500 a dos mil 500 pesos. Lo ejercen electores en condiciones de pobreza, cuya visión es de cinismo político, pues consideran que todos son iguales, que no hay diferencias entre uno y otro y que sólo buscan beneficiarse personalmente. A estos electores no les importa quién gane, sino “beneficiarse” con la venta de su sufragio. La gratificación puede ser inmediata con dinero, o durante la campaña con dádivas o durante el ejercicio del gobierno vía la inscripción preferente en programas de asistencia o el favoritismo en los apoyos de estos mismos programas. Este tipo de voto ha venido al alza porque, con tal de ganar o mantener el gobierno en la siguiente elección, todos los partidos políticos usan los programas con fines electorales. Para dimensionar el peso que tiene este segmento, basta decir que el gobierno federal tiene cuantificadas 34.7 millones de personas beneficiadas por algún programa de asistencia social en el país; aunque no quiere decir que todos los favorecidos venden su voto a cambio de un apoyo social, sí se dimensiona el tamaño del segmento que potencialmente pasa por transacción de sufragio. Va de 15% a 20% de los votantes.
- Respuesta a necesidades. Esta es una fuerte razón de voto. Las necesidades del electorado evolucionan: en un momento son aspiraciones de cambio en el partido que gobierna, como fue en 2000 contra el PRI y a favor del cambio que representó Vicente Fox y el PAN en aquella elección. En este momento, la necesidad palpable es de manifestar rechazo, en general, a los partidos. Estos electores refutan spots o mensajes que enaltecen a los candidatos o partidos y aprueban mansajes que los representen y que respondan a sus necesidades tangibles. Este segmento de electores es alrededor de 20% de los votantes.
- Anti-sistema. La cuarta razón de voto la tienen los jóvenes y aquellos electores que perciben que el sistema de partidos presenta síntomas de crisis y que sólo algún candidato o partido de oposición, o que esté fuera de los acuerdos de aquellos organismos políticos que detentan el poder, puede operar un cambio en realidad. Este segmento está representado por alrededor de 20% de los votantes del país.
Estos son los cuatro segmentos a los que candidatos y partidos dirigen sus mensajes. La conjugación de sus estrategias explicará el resultado electoral que se tendrá en 2018. Ahora mismo, las tres principales fuerzas electorales tienen similares probabilidades de ganar, así que tienen que afinar sus planes para comunicarse con el electorado que hoy está dividido en esos cuatro segmentos. Iremos comentando cómo cambian las razones de voto y las dimensiones de los segmentos electorales