Juan Pablo Vergara,  como virgilio a dante en la divina comedia, nos guiará durante más de 20 años por la historia de la puebla levítica

 

Las Serpientes

Por Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo

Discurso sobre la presentación de la novela de Mario Alberto Mejía

 

Antes que nada, es para mí un honor poder compartir con tan destacados personajes como el autor del libro, Mario Alberto Mejía, y los periodistas Fernando Alberto Crisanto, Zeus Munive e Ismael Ríos, así como con la escritora y moderadora Alejandra Macchia, sin olvidar al titular de la Secotrade, Michel Chaín.

Miedo y asco en Casa Puebla es el libro que nos congregó en torno al hombre que hizo que la columna se volviera el referente de la clase política poblana.

Antes de Mario Alberto o no sé si llamarlo Juan Pablo Vergara, la columna política era un simple ensalzamiento del político en turno, del gobernante, muy semejante a las crónicas de sociales.

Mario Alberto, o Juan Pablo, logró que la columna política fuera el espacio de discusión de ideas, de debate, pero sobre todo de polémica, la característica y el sello principal de Mejía.

Miedo y asco en Casa Puebla sin duda constituye la consagración como novelista de Juan Pablo Vergara, el personaje de ficción creado por el autor, el cual, como Virgilio a Dante en la Divina Comedia, nos guiará durante más de 20 años por la historia de la Puebla levítica, la de los ángeles y los demonios.

El libro no es una novela histórica más, es la introducción a como lo dijera el ex gobernador Melquiades Morales Flores, la más “íntima intimidad” de los personajes, de tal modo que a veces Mejía o Juan Pablo nos hace confundir la ficción con la realidad, hasta preguntarnos ¿Y cuál es la diferencia?

Pero más allá de esto, al igual que de manera cotidiana lo hace en sus columnas, Mejía o Vergara, ya no sé cómo llamarlo, nos desmenuza, se interioriza y desmitifica la figura de los últimos gobernadores de Puebla, hasta volverlos lo que son: hombres de carne y hueso, con las mismas pasiones y características de los simples mortales.

La desmitificación de la política aldeana es sin lugar a dudas una de las mayores atribuciones de Mario Alberto Mejía a la narrativa poblana. Los Dioses del Olimpo angelopolitano no lo son tanto, gozan, aman, odian, sufren, se humillan, sienten miedo y hasta se dejan llevar por las pasiones de su naturaleza humana. El miedo y la frustración los vuelven mortales.

En sus más de 500 páginas, Juan Pablo Vergara desnuda los temores de los hombres del poder, se mete en su piscología y creo que en su narrativa queda muy claro que el peor momento para un gobernante llega cuando tiene que entregar el puesto, cuando se vuelve, y perdón por la reiteración, un simple mortal.

El recorrido es rico en colorido, en anécdotas, en buen humor y en acidez, desde Piña Olaya y su salida de Casa Puebla, al arribo de Manuel Fraudlett, hasta los años difíciles con Mario Torrín, quien olvidó la máxima de los griegos: “la soberbia es el pecado que los Dioses no perdonan”.

A destacar el breve capítulo autobiográfico que nos acerca a la intimidad del lector y su familia, hasta llegar al nivel de la confesión y la liberación de los demonios. Apartado especial merece la devoción que Mejía siente y sentía por su madre La chata, personaje abnegado, madre mexicana, la que perdona y da vida. Mis respetos, Mario.

Sin duda, la lectura de Miedo y asco en Casa Puebla es obligatoria para todo aquel poblano, medianamente interesado en la vida y el acontecer de los últimos 28 años de este estado.

Por las páginas desfilarán personajes de ficción y de la vida real que le han dado sentido a Puebla y a su historia contemporánea.

No hay, hoy por hoy, una lectura que pueda consultarse sobre Piña Olaya, Manuel Fraudlett, sobre don Melquiades, como le gusta llamar a Mejía al ex gobernador de Puebla, sobre Mario Torrín, Enrique Doger y cientos de miles de personajes que desfilan como actores y testigos de una parte de la historia.

Entre la verdad y el mito, los pasajes de Miedo y asco en Casa Puebla se mezclan hasta volverse uno mismo. No podían faltar por supuesto pasajes del panismo y su doble moral, inolvidable personaje Ava Patricia Arandia (hermoso cariño) personaje de ficción, otra vez muy cercano a la realidad.

Miedo y asco en Casa Puebla es ya una lectura obligada, un referente de la historia contemporánea de Puebla, citada y contada por su cronista, por su narrador por Juan Pablo Vergara, que ya no sé yo si se robó o eclipsó por su pluma al mismo Mario Alberto Mejía.

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