Me Lo Contó La Luna
Por: Claudia Luna
Hoy despierto con imágenes muy vívidas de mis sueños. Estaba en una fiesta interminable en donde aparecían y desaparecían los invitados. Para aterrizar en el mundo, abro el menú de noticias de mi celular. En primera plana encuentro un titular que me deja perpleja y que dudo en abrir, pues dice: “Personas a la venta. Donde las vidas se subastan por $400 dólares”. Empiezo a leer la noticia. Se trata de un reportaje que incluye un video casero. En él aparecen dos jóvenes nigerianos que son subastados en $800 dólares el par. A la reportera le tiembla la voz. Da la noticia sin poder dar crédito de lo que ha presenciado y así lo hace saber. Se están subastando jóvenes inmigrantes en Libia. Esos muchachos africanos, de unos veinte años, podrían ser mis hijos. Son de la misma edad que ellos. El solo pensarlo me causa escalofríos. Los veo a través de un video borroso en el que no se alcanza a distinguir sus caras. Me duelen tanto... Son unos niños, están empezando, tienen fuerza y juventud. ¿Cómo es posible?, pienso. Entonces siento que me ahogo… No puedo seguir mirando eso. Regreso al menú de los titulares. Necesito ver algo diferente para no llorar, pero nada me interesa. Paso las noticias del Brexit y de los pleitos del Congreso. Ni siquiera el dictador de Corea del Norte con sus amenazas de bombardear el mundo logra alejar aquellas imágenes de mi mente.
Más adelante encuentro la nota de gente desesperada en Myanmar. Emigran a Bangladesh porque sus vecinos se han aliado con los militares para llevar a cabo una “limpieza étnica”. Queman sus villas y matan a los que alguna vez fueron sus amigos de la infancia. Aparecen fotografías de gente desesperada. Cientos de miles huyen de las atrocidades. Muchos viven apiñados en los campos de refugiados. Seiscientas mil personas, leo en la nota.
Le marco a Kelly, mi amiga economista, porque me acuerdo que Ali, su esposo, quien trabaja para el Banco Mundial, acaba de aceptar una posición en Bangladesh. “¿Qué está pasando Kelly? ¿De verdad una limpieza étnica? ¿Es que no hemos aprendido nada?”, la bombardeo tan pronto escucho su voz. Kelly, con su mente analítica, está igual de perpleja que yo. Después de hablar por un rato y disertar sobre el tema, ambas llegamos a la misma conclusión: Existen sentimientos de racismo e intolerancia que habían estado hibernando y que ahora explotan por todo el planeta. Kelly comenta que la verdad de cualquier situación es multifacética y está gobernada, en un alto porcentaje, por la experiencia individual, por tal motivo, no hay una manera única o “correcta” de hacer las cosas.
Vivimos en un mundo donde hay personas a la venta por unos cuantos dólares y otras que al parecer no valen nada, nadie las quiere… No podemos esperar a que nuestros dirigentes hagan algo al respecto o a ver qué pasa. Depende de todos nosotros crear conciencia para que de manera colectiva podamos acceder a un nivel superior de entendiendo. Debemos darnos cuenta de que nuestra verdadera nacionalidad es la humanidad. Existe una sola raza, la raza humana. Es decir, somos uno solo, indivisibles por color, estatus socioeconómico, localización geográfica o creencias.
