Ideas, críticas, imaginación, fracaso, decisiones y empoderamiento son los puntos a considerar para que desarrollen sus habilidades emocionales y sociales

 

Plumas Ibero Puebla

Por Ivonne Tapia Villagómez

Ante las exigencias del entorno, es importante moldear el comportamiento de los jóvenes desarrollando en ellos las habilidades emocionales y sociales; fomentando el optimismo, la capacidad para emprender de manera autónoma y de aprovechar al máximo sus fortalezas, intereses y pasiones.

Una herramienta importante con la cual cuenta la juventud en la actualidad es la tecnología de la información y, aunque utilizarla no representa ninguna dificultad para ellos, es importante, que además de saber manejarla, aprendan a discriminar las fuentes de las cuales obtienen la información, que asuman una posición crítica y emitan una postura propia sobre los contenidos.

Impulsar a los jóvenes a enfrentar riesgos, a solucionar de manera efectiva los problemas y tener una actitud positiva ante el fracaso no es una tarea fácil; sin embargo, si estas actitudes son fomentadas desde temprana edad pueden ayudar. Por ello, es importante reconocer al menos cinco formas de inculcar el emprendimiento y la creatividad en este sector de la sociedad.

La primera es preparar a los jóvenes para que encuentren ideas útiles, las cuales les permitan generar solvencia en su vida cotidiana, que ayuden a afianzar sus habilidades para resolver problemas a pesar de su corta edad.

Una práctica útil para ello es generar una lluvia de ideas cuando el joven se encuentre en problemas, esto ayuda a que pueda encontrar la solución. De esta manera estaremos entrenándolos para que piensen en todas las posibles soluciones ponderando los pros y contras, orientándolos a que elijan la mejor opción.

La segunda es dejar que tomen decisiones ellos mismos.

Propiciar que los jóvenes aprendan a tomar sus decisiones y, desde pequeños, darles la posibilidad de elegir, ayuda a que perciban la sensación de responsabilidad al realizar una acción como ésta y que asuman las consecuencias.

La tercera consiste en enseñarles formas constructivas de retar el status quo. Es habitual que a los jóvenes desde la infancia se les enseñe a seguir las reglas, en lugar de instruirlos a retar las normas de forma reflexiva y constructiva.

Esta nueva generación de jóvenes tiene mucho que decir al respecto y es importante preguntarles qué es lo que ellos creen que deben cambiar y por qué hacerlo. Habrá que enseñarles, también, la forma en cómo modelar el comportamiento y cómo cuestionar diplomáticamente las reglas y cuándo deberán seguirlas.

La cuarta es inculcar el emprendimiento y la creatividad en los jóvenes. Es impulsar la sensación de dominio, la cual les ayuda a tomar grandes riesgos, siempre y cuando se sientan cómodos asumiendo esta responsabilidad.

Evidentemente que esto no sucederá de forma inmediata, es parte de un entrenamiento. Es importante que permitan probar sus límites y dominar sus miedos. Si esta práctica se realiza desde edades tempranas será más beneficioso, pues paulatinamente forjará el dominio de sus emociones para que después ejecuten tareas más difíciles, donde probará el control de ciertas tareas.

Finalmente, la quinta forma consiste en ayudarles a que aprendan del fracaso.

Como orientadores, maestros, guías y padres de familia regularmente influimos en las acciones de los jóvenes de intentar, fracasar, aprender e intentar de nuevo, habilidad que es fundamental en el desarrollo de los emprendedores.

Un ejercicio útil al respecto es reflexionar a profundidad sobre la oportunidad de aprendizaje que tuvo a partir de la experiencia y así mismo inducirle para que discurra que haría distinto la próxima vez.

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