Entre Libros

Por Fredo Godínez 

Durante muchos años me he considerado un ser anormal. Mientras familiares y amigos siempre han preferido la playa para vacacionar, yo constantemente elegía venir al Distrito Federal, ahora Ciudad de México. Y mientras muchos dicen que preferirían vivir en cualquier ciudad que no sea la ciudad de los palacios –pues no podían con tanto gentío y estrés– yo siempre deseé vivir en la capital del país, pues la excesiva calma de una capital provinciana como Puebla, me desespera, me aburre y me genera (irónicamente) demasiado estrés. Y todo mundo, hasta la fecha, considera que estoy loco por creer que se vive mejor en la Ciudad de México.

Alguna ocasión, platicaba con Mario Bellatin sobre los grandes atractivos y/o ventajas que otorga vivir en la Ciudad de México: el anonimato. Aquí, la gente anda por el mundo sin poner atención en tu persona, mientras no se afecte a terceros, uno es libre de hacer lo que se te venga en gana. En cambio, en las capitales provincianas, siempre he tenido la sensación de sentirme observado, vigilado.

En fin, hasta hace unos días, creía que pensamientos como los míos eran extraños; pues, incluso, muchos capitalinos se están quejando de la Ciudad de México y el tipo de vida que se lleva en ésta. Afortunadamente, a mis manos llegó el libro: El arte de vivir en la ciudad. La atención plena y la vida urbana de Adam Ford. Un texto que viene a reforzar mis ideas sobre las grandes ventajas que se tienen al vivir en una ciudad como lo es la Región más transparente del aire.

A lo largo de 153 páginas, Adam Ford lleva al lector por una reflexión histórica-filosófica-sociocultural sobre el origen del concepto de ciudad, sus ventajas y desventajas respecto a la vida en el campo. Y de igual manera, describe el mar de posibilidades que uno tiene para entretenerse, así como fomentar o acercarse a la cultura.

Aunque este libro está escrito pensando en la vida que uno puede tener en las ciudades europeas, hay muchas coincidencias que el lector puede encontrar respecto a la Ciudad de México con los demás estados, o de alguna capital provinciana en comparación con sus municipios.

En El arte de vivir en la ciudad, Adam Ford sugiere que –para convivir con el entorno citadino– uno debe realizar largas caminatas por diferentes rutas para llegar al trabajo, la escuela o la casa y así descubrir los paisajes y la arquitectura propia de la ciudad; sentarse en alguna banca y contemplar el ir y venir de la gente; encontrar algún espacio en el que uno pueda sentarse a leer; visitar una y otra vez los museos para escoger la pintura que más nos atraiga y luego observarla con detenimiento; conversar con los vecinos y ofrecerles apoyo cuando sea necesario; pertenecer a algún club de lectura o de juego para ampliar nuestros círculos sociales y así conocer gente y cultivar la amistad; dichas actividades pueden ser un excelente remedio para combatir ese tremebundo pantano llamado: soledad, la cual es más propicio a desarrollarse en una gran urbe.

Además, de todas ésas invitaciones para saber cómo disfrutar la ciudad, Adam Ford construye una gran metáfora: la ciudad como símil del ser humano; ambos –ciudad y hombre– son entes vivos que siempre están en constante cambio y son “víctimas” de la evolución.

Quizá a ello se deba su constante insistencia, a lo largo de la obra, para conocer el origen y presente de una ciudad, pues el desconocimiento dará como resultado una urbe caótica y poco habitable. Si no nos conocemos interiormente como seres humanos, difícilmente sabremos hacia dónde queremos ir. Lo mismo pasa con la ciudad.

El arte de vivir en la ciudad. La atención plena y la vida urbana de Adam Ford es un libro obligado para todo citadino y para todo aquel que le interese construirse un entorno digno y habitable.

__

*El arte de vivir en la ciudad. Adam Ford. Ediciones Siruela: 2017. México.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *